miércoles, 12 de septiembre de 2012

"CAPITULO 32"


Un niño, pensó Tom tumbado en la cama con los ojos clavados en el techo. ¿Sería posible? ¿Se habría marchado ___________ si estuviera embarazada?



_______ se balanceó en la silla de montar mientras cabalgaba hacia el portón del Circle F. Estaba cansada, sucia y deprimida. Por for­tuna, no había tenido problemas durante el viaje. Había buscado refugio en un bosquecillo, a pocos metros del camino, donde pasó una noche inquieta. Como no quería llamar la atención, evitó en­cender fuego y se limitó a comer galletas secas y queso que había cogido en la cocina del rancho Kaulitz, se enrolló en la manta e intentó no pensar en Tom.

Jamás olvidaría la manera en que él la había mirado aquel trá­gico día en casa de los Doolittle. En el fiero brillo de sus ojos es­taban reflejados todos sus sentimientos: no la quería, no quería estar casado. Lo único que pudo hacer fue honrar sus deseos y marcharse.

_______ vio que Manuel estaba trabajando junto al establo y gritó su nombre. Cuando el anciano la vio, gritó de alegría y corrió hacia ella. Parecía estar muy alterado y, al verlo, le bajó un escalofrío por la espalda.

«¿Qué ha pasado?», se preguntó, esperando que no hubiera ocurrido nada con la manada.

—¡Señorita ________! ¡Gracias a Dios que está en casa! ¿Está Kaulitz con usted? No le ahorcaron, ¿verdad? Oímos rumores sobre ello cuando llegamos al fuerte. Ha sido el tema de conversación en el pueblo durante días enteros.

__________ se bajó del caballo.

—Estoy sola —dijo simplemente—. Tom está bien. Le han exonerado de todos los cargos. ¿Resultó bien la venta del ganado? ¿El ejército se mostró satisfecho con la entrega?

Manuel asintió con la cabeza.

—Todo salió muy bien. Los hombres y yo pasamos una noche en el fuerte y regresamos al rancho a la mañana siguiente. No esperábamos problemas.

__________ se estremeció. Aunque ahora los días eran más desapacibles y había un viento frío proveniente de las montañas, fue la desalen­tadora expresión de Manuel lo que la hizo temblar.

—Vamos dentro. Allí hace más calor y podré explicarle todo con más tranquilidad. Parece muy cansada. No me puedo creer que su marido la haya dejado partir sola.

Manuel comenzó a preparar café mientras _______ se hundía en la silla más próxima.

—Estoy muy cansada, Manuel. Las últimas semanas han sido ago­tadoras. No puedes imaginar todo lo que ha ocurrido en Dry Gulch. Te lo explicaré en cuanto me cuentes lo que ha pasado aquí. Te conozco bien y tengo el presentimiento de que no me va a gustar nada lo que tienes que decirme.

—Tiene razón —dijo Manuel, sentándose frente a ella—. Nos robaron en cuanto dejamos el fuerte. Una docena de hombres en­mascarados nos atacó la noche siguiente. Cayeron sobre nosotros antes de que pudiéramos darnos cuenta de lo que pasaba y se lle­varon hasta el último centavo que nos pagó el ejército por las reses y todo lo que llevábamos encima. A mí incluso me robaron el reloj. A los hombres les quitaron todo lo que tenían de valor. No es que fuera mucho, pero aún así...

________ miró a Manuel fijamente, horrorizada por completo.

—¿Os robaron todo? Oh, Santo Dios. —Escondió la cara entre las manos y sollozó. Aquélla era la gota que colmaba el vaso. Tenía que hacer frente a los impuestos en unos días y no tenía dinero para pagarlos. Ahora, el Circle F no estaba en mejor situación que antes de que apareciera Tom y cambiara su suerte.

—¡Todo esto es obra de Rivas! —estalló _______—. Ese hombre no se va a dar por vencido. ¿Qué vamos a hacer? Gracias a Dios tenemos suficiente dinero en el banco para pagar a los hombres, pero ¿qué haremos luego?

—El invierno está a punto de llegar —dijo Manuel—. No nece­sitamos ayuda hasta la primavera, cuando las vacas comiencen a parir. Entonces volveremos a tener una manada para vender.

________ soltó una amarga carcajada.

—¿Cómo vamos a comprar pienso y suministros? ¿Cómo vamos a pagar los impuestos?

—Pídale a Kaulitz dinero —propuso Manuel—. La ayudará, sé que lo hará.

_______ suspiró.

—Tom y yo ya no estamos casados. Pedí el divorcio y, en cuanto un juez firme los documentos, todo habrá acabado. Sos­pecho que en estos momentos ya estoy divorciada. Tom no me debe nada. Mantuvo su parte del trato; de hecho, hizo mucho más de lo que le correspondía, lo sabes. Se ganó con creces su liber­tad.

—Pero él no sabe nada de esto, señorita _________. Déjeme ir a Dry Gulch, podría explicarle...

—¡No! Ni yo ni mis problemas somos asunto de Tom. Ya tiene bastante con los suyos.

—No quiero entrometerme, pero podría ayudarla si le dijera lo que ha pasado, señorita _________

—Bueno, es... es difícil explicar mis motivos, pero lo intentaré. Después de que los vigilantes se llevaran a Tom, les seguí, pues temí que le ahorcaran antes de llegar a Dry Gulch. De hecho, mis peores temores quedaron confirmados cuando les di alcance, Tom tenía, literalmente, la soga al cuello.

Manuel silbó por lo bajo.

—¿Cómo logró impedir el linchamiento? ¿Había hecho Tom las cosas de las que estaba acusado?

—No, Tom era inocente de todos los cargos, de eso no llegué a dudar ni un minuto. Pude interrumpir el linchamiento durante el tiempo suficiente para que aparecieran sus hermanos con los hombres de su rancho y fueron ellos quienes lo impidieron. Tom se pasó unos días en la cárcel hasta que todo se solucionó de una manera insólita.

Vaciló, ni siquiera quería recordar la tragedia acaecida.

—Bueno, ya sabe que me lo puede contar todo —dijo Manuel, dándole una palmadita en la mano.

_________ se tragó el nudo que tenía en la garganta, respiró hondo y le relató los acontecimientos que habían conducido a la muerte de todos los miembros de la familia Doolittle. No se guardó nada, le contó cómo la había mirado Tom después de que Bill se fuera. Cuando terminó, tenía la boca tan seca como si hubiera co­mido algodón. Manuel le sirvió una taza de café y ella bebió, agra­deciendo la sensación que le dejó el líquido caliente en la boca.

—Menuda historia —dijo Manuel, meneando la cabeza con pesar—. Lo cierto es que no puedo culpar a Tom por estar mo­lesto. Pero debería de haberse quedado allí, debería de haberle dado tiempo. Estoy convencido de que usted le importa mucho.

Comenzó a añadir algo, pero se sonrojó y apartó la mirada.

—Adelante, continúa, Manuel. Te considero más un segundo padre que un empleado. Me conoces mejor que nadie.

—No es asunto mío.

—Ibas a decir que Tom y yo compartimos cama —dijo ________, sin omitir ningún detalle—. Tom no me forzó a nada, lo sabes. Es verdad que intentó seducirme, pero yo me mostré muy dis­puesta a ser seducida y no lamento nada de lo que ocurrió.

—Creo que la ayudaría si se lo pidiera —propuso Manuel en tono de esperanza.

—No... no puedo. Tendremos que decirles a los hombres que no podremos pagarles durante el invierno y procurar pasarlo lo mejor posible. En lo que respecta a los impuestos, pediré dinero prestado al banco.

Manuel pareció consternado.

—¿Al banco de Rivas?
—¿Acaso hay otro en el pueblo?
—Sabe de sobra que no.

—Todavía conservo la confesión que escribió Rivas. No se negará a prestarme el dinero que necesito.

—Ya veremos —masculló Manuel. No confiaba en Rivas ni lo más mínimo.

_______ se levanto con un gesto de cansancio.

—Te agradecería que pusieras agua a calentar. Necesito un baño caliente y pensar. Quiero tener claras las ideas antes de ir al pueblo a pedir el préstamo.

Manuel asintió y salió de la cocina. Era una pena que Tom y _______ no estuvieran ya casados, pensó. Eran perfectos el uno para el otro y, además, ella le necesitaba.


Dry Gulch

Tom se entregó por completo al trabajo, merodeando por el ran­cho como un tigre enjaulado. Tenía los nervios de punta, se mos­traba irritado y siempre parecía dispuesto a iniciar una pelea. Los hombres se mantenían alejados de él; por así decirlo, andaban de puntillas a su alrededor.

Tom atribuyó su sombrío estado de ánimo a la ausencia de Bill, pero todos los demás sabían que no era por eso. Se levan­taba al amanecer y trabajaba incansablemente hasta el crepúsculo. Cenaba con Georg y se retiraba temprano. Su hermano estaba tan harto de sus desplantes y de su humor taciturno, que terminó por acusarle de estar pagando con ellos su frustración.

—Vete al pueblo y tírate a una mujer —le propuso Gorg cuando ya no pudo soportarlo más—. Dinah siempre ha sido una de tus favoritas. Llévatela a la cama y desahógate con ella. Andar por ahí de mal humor no hará que Bill regrese ni que no añores a ________.

Tom levantó la cabeza de golpe.

—¿Quién dice que echo de menos a ________?
—¡Yo! —replicó Georg—. No se te ocurra negarlo, hermano. Te conozco demasiado bien.

—No me conoces en absoluto. Lo último que necesito es una esposa. Respecto a acostarme con otra mujer, es posible que ten­gas razón. Si no recuerdo mal, Dinah es muy complaciente con sus clientes, ¿te apetece venir conmigo al pueblo esta noche?

Georg le dirigió una arrogante sonrisa.

—¡Por supuesto! Será como en los viejos tiempos. Hay una chica nueva trabajando para Jake a la que no me importaría cono­cer mejor, creo que se llama Tess. Y de paso, quizá podamos en­zarzarnos en una buena pelea.

Se separaron; Georg se dirigió a los establos y Tom al corral para domar a un caballo, dispuesto a resolver sus desdichas con el animal y no con los hombres. Sin embargo no logró librarse de su frustración ni de su mal humor. ¿Dónde estaría Bill en ese momento?, se preguntó. ¿Se habría metido en problemas? ¿Ne­cesitaría dinero? ¿Pasaría hambre?

Pero sobre todo, no podía dejar de pensar en _________. ¿Habría llegado al Circle F sana y salva? ¿Le echaría de menos? ¿Sería feliz en su casa? Se hacía demasiadas preguntas sobre ________ y no sabía las respuestas. Jamás podría olvidar la primera vez que la vio, ves­tida con unos pantalones y una camisa de franela. Aquellas firmes nalgas, apreciables bajo la lona, le habían hechizado y cautivado. Se había propuesto seducirla y había conseguido más de lo que imaginaba en sus sueños más salvajes. En cuanto dejó de ser vir­gen, __________ se había convertido en fuego en sus brazos.

Revisó todos sus recuerdos, examinando celosamente cada uno de ellos, antes de devolverlos a los oscuros rincones de su mente, de donde podría rescatarlos cada vez que quisiera recordarla. Gimió en voz alta y miró a su alrededor, avergonzado de que al­guien pudiera haberle escuchado. Georg tenía razón, decidió. Ne­cesitaba una mujer.

Lanzó una mirada por encima de la cerca y distinguió una ca­rreta en el camino. El conductor vio a Tom y se encaminó en su dirección. Saludó con la mano a Warren Chambers, su abogado, y esperó a que llegara donde él estaba, lleno de curiosidad.

—Hola, Tom —dijo Chambers deteniéndose junto a él y ba­jando del vehículo—. He venido a hablar contigo.

Tom le lanzó una mirada de desconcierto.

—¿Algo importante?

—Pues no exactamente. El juez Walters llegó anteayer al pue­blo y he quedado con él mañana a las dos.

—¿Por qué razón? —preguntó Tom, despistado—. ¿Todavía hay algún cargo contra mí? Pensé que se había aclarado todo.

Walters se acercó al vehículo de nuevo y cogió un portafolios lleno de documentos que había dejado en el asiento.

—No, no. No se trata de eso, es sobre tu divorcio. Sólo falta tu firma. —Le ofreció los papeles—. Tienes que rubricarlos antes de presentarte ante el juez. Dadas las circunstancias que provoca­ron la boda, no tendrás ninguna dificultad si le cuentas la verdad. Tu mujer ya me lo explicó todo.

Atónito, Tom se limitó a clavar los ojos en Walters.

—¿Pasa algo, Tom? Esto es lo que querías, ¿verdad?
Él apretó los labios.

—Por supuesto que es lo que quiero, pero me has pillado por sorpresa. Mi mujer se marchó hace unos días y, con Bill desapa­recido, se nos ha amontonado el trabajo. He tenido poco tiempo para pensar en el futuro. ¿Qué fue lo que te contó ______?

—Lee las estipulaciones, tu mujer fue muy franca conmigo. Creo que lo encontrarás todo en orden. El juez recibe en el nuevo edificio de la calle segunda.

—Ya sé donde está.

Walters subió a su vehículo y cogió las riendas.

—A propósito, Bill vino a verme antes de abandonar el pue­blo y firmó un poder para que pudieras ocuparte de sus negocios durante su ausencia.

Tom se quedó aturdido. No había pensado que Bill tuviera cabeza para esas cosas cuando dejó el pueblo.

—Gracias por decírmelo. ¿Cómo encontraste a Bill?

—Trastornado, pero ¿quién no lo estaría? Yo que tú no me preocuparía por él, es un hombre sensato.

—¿Es cierto que ahora es el propietario del rancho Doolittle?

—Que yo sepa, los Doolittle no tenían familia. Por lo menos no lo ha reclamado nadie. Me han dicho que Michelle fue la úl­tima en morir. Dado que Bill era su marido legal, ahora el rancho le pertenece.

—Ya que me ha dado ese poder, de momento me gustaría arrendar las tierras de los Doolittle a Otto Zigler. Bill me dio permiso para manejar su propiedad como mejor me pareciera. ¿Puedes redactar el contrato?

—Claro, Tom. Nos veremos mañana en el pueblo.

—Bien —masculló Tom, mirando el documento de divorcio con el ceño fruncido, como si esperara que le mordiera—. Hasta mañana.




CHICAS.... aqui les tengo capi... espero les guste...
Ustedes creen que TN vaya a pedirle ayuda a rivas????
Tienen que tener paciencia para saber =S jajaja

Cuidence
Las Quiero

BYE =D


2 comentarios:

  1. Nooo (tn) noo le pudas ayuda a Rivas yo se q tu orgullo no le pedira a Tom.. Pero al menos pideselo a Georg hahaha casi lo mismooo pero todos menos Rivas. Espero q Tom no firme vaya y busque a su mujer.. Estara embarazadaa?? Subeee Tamithaa amo la fic. Siguelaa. XDD bye

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  2. buenisima sale cuidate y espero otro mas

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