miércoles, 29 de agosto de 2012

"CAPITULO 23"


A _______ le pareció entrar de lleno en una escena robada de su peor pesadilla que recordaría durante el resto de su vida: Tom, inmó­vil, observaba cómo John Reed le colocaba una soga alrededor del cuello. ______ se sintió furiosa y asustada a la vez cuando vio que Reed lanzaba la cuerda sobre una rama del árbol y ordenaba a sus hombres que cogieran el cabo. La joven sacó rápidamente el rifle de su funda en la silla y disparó al aire justo cuando los hom­bres se arremolinaban alrededor del nogal.

—¡Alto! No pueden ahorcarle. Va contra la ley.

Siguió disparando sin apuntar, consiguiendo que los vigilantes se pusieran a cubierto. Antes de que pudieran reaccionar, le quitó la soga a Tom y la tiró al suelo, entonces cogió bruscamente las riendas del caballo de su marido. El plan era que los dos salieran de allí sin sufrir ningún daño, pero se dio cuenta de que no había pensado en qué hacer a continuación. De hecho, casi perdió el valor cuando se percató de las pocas posibilidades de éxito que tenían. Aún así, valiente hasta la médula, lo intentó de todas ma­neras.

Por desgracia, no lo consiguió. Reed, secundado por media do­cena de hombres, la atrapó antes de que pudiera escapar.

—Pequeña idiota —masculló Tom con desaliento—. ¿Por qué has venido? Ahora sí que has complicado las cosas.

Tom no había sabido lo que era sentir pánico de verdad hasta que vio a _______ galopando como una loca, disparando al aire y gri­tando. Ninguna otra mujer intentaría tal locura. Lo único que iba a lograr era ponerse en peligro y él no tenía posibilidades de ayu­darla.

—Mirad a quién tenemos aquí, chicos —dijo Reed, observando a ________ con lascivia—. Es la pequeña ramera de Kaulitz. Ya le echa de menos. ¿No es una pena? Chicos, ¿por qué no le damos lo que desea?

________ le miró con serenidad.

—¿Qué clase de vigilante es usted? Se supone que tiene que mantener el orden público, no usar la ley para su provecho.

—Nosotros tenemos nuestra propia ley, ¿verdad, chicos? —La cogió por la pierna y la bajó con brusquedad del caballo. Ella ate­rrizó sobre el trasero, a los pies de Reed, y él la levantó sin dejar de reírse.

—¡Suéltala! —gritó Tom con la voz ronca por el miedo. For­cejeó con sus ataduras, pero no consiguió nada—. Cuélgame si eso es lo que quieres, pero déjala a ella en paz.

________ se volvió hacia él.

—¡No voy a irme a ningún sitio, Tom! No voy a permitirles que te hagan nada.

—¿Cómo pretende impedirlo, señora? —Reed sonrió burlonamente—. ¿Tiene algo que ofrecer a cambio de la vida de Kaulitz?

________ estaba demasiado perturbada para captar el significado de las palabras de Reed.

—¿Qué es lo que quiere? ¿Dinero? Estoy segura de que los hermanos de Tom le pagarán lo que pida. Ponga un precio.

Tom gimió consternado.

—________, lo que quieren es...

—Cállate, Kaulitz. Deja que la señorita se exprese por sí misma. Esto se pone cada vez más interesante. —Se volvió hacia _________—. ¿Y si el precio que exijo es su cuerpo? ¿Se abrirá de pier­nas para nosotros?

_________ se puso pálida de repente al comprender sus intenciones.

—¿Qué? No puede ser. No es posible...

Reed se encogió de hombros.

—Es decisión suya, señora. —Se volvió hacia sus compañe­ros—. Volved a coger la soga.

—¡No, espere! Necesito pensarlo un momento.

—¡Por el amor de Dios, ____________! ¡No hay nada que pensar! —gritó Tom completamente horrorizado—. Súbete al caballo y lárgate de aquí.

—¿Y dejar que te cuelguen? No... puedo.

Reed sonrió de oreja a oreja.

—Ya me figuraba yo que aceptaría. —La asió del brazo y la arrastró con él hacia un matorral de densos arbustos—. Cumpla el trato, señora, y puede que consiga que me lo piense.

Una sensación de angustia como no había sentido antes inundó a Tom.

—¡No lo hagas, _________! Me matará de todas maneras y es pro­bable que a ti también.

Las cosas ocurrían con tanta rapidez, que ________ no podía res­pirar y apenas podía pensar. Clavó los talones en el suelo, pero Reed siguió tirando de ella. Cuando llegaron a los arbustos, la tiró al suelo y se dejó caer encima.

—¡Un momento! Prométame que no colgará a Tom si le dejo... —Oh, Santo Dios, ¿cómo iba a hacerlo si ni siquiera podía decirlo?

—¿Qué le hace pensar que negociaré con usted? La tomaré de todas maneras. No podrá impedir que cuelgue a Kaulitz ni que la posea aquí mismo, pero ha sido divertido jugar con usted y dejar que pensara que podría influir en mi decisión.

Reed llevó las manos a la cinturilla de los pantalones de la joven y se los bajó hasta los muslos. ___________ comenzó a gritar cuando le sujetó las muñecas y, aunque él le ordenó que dejara de chillar, ella siguió luchando hasta que acertó con la punta de la bota en un lugar vulnerable. El vigilante emitió una maldición y la soltó. Ella se levantó de un salto e intentó escapar, pero él le agarró la pierna, arrastrándola de nuevo.

Tom oyó gritar a ________ y se dejó caer del caballo. Casi había llegado a los arbustos cuando lo atraparon desde atrás y le tiraron al suelo. Una aterradora imagen de John Reed profanando el frágil cuerpo de _______ hizo que ardiera en deseos de matarle; de hecho, si tuviera un arma a mano, dispararía a todos aquellos malditos bastardos sin sentir ningún tipo de remordimiento.

Entonces ocurrió el milagro.

Tom vio que más de una docena de hombres cabalgaban a toda velocidad hacia ellos. Los vigilantes estaban demasiado sor­prendidos para hacer nada más que mirar cómo se acercaban aquellos jinetes armados y dispuestos a abrir fuego.

Tom casi lloró de alivio al reconocer a sus hermanos y a los vaqueros del rancho Kaulitz. Pero saludarlos era lo último que tenía en la mente cuando se levantó con piernas inestables y se acercó a los arbustos. Alcanzó el lugar por donde Reed y _______ habían desaparecido justo a tiempo de ver aparecer a Reed coje­ando y sujetándose la entrepierna.

El vigilante vio a los hermanos Kaulitz y soltó una maldición.

—¿Qué demonios se os ha perdido aquí?

—Hemos venido a impedir un linchamiento —dijo Georg sin andarse con rodeos.

—Somos los representantes de la ley en esta zona —señaló Reed.

—Será el juez quién decida la sentencia —gruñó Bill.

—¡Por el amor de Dios, desátame! —ordenó Tom a su her­mano—. No sé lo que le ha hecho a _________. Puede que la haya he­rido o...

Bill liberó a Tom con una navaja, pero antes de que Tom pudiera dar un paso, _________ salió gateando de entre los arbustos. Él corrió hacia ella a toda velocidad, tomándola entre sus brazos y apretándola contra su cuerpo.

—¿Te ha hecho daño? Mataré a ese bastardo.

__________ negó con la cabeza, incapaz de pronunciar una palabra y es­tremeciéndose por lo que acababa de pasar. Había sido una ingenua al pensar que podría detener a esos crueles hombres, pero había va­lido la pena correr el riesgo si con ello salvaba la vida de Tom.

—No la he tocado, Kaulitz —dijo Reed—. Pero incluso aun­que lo hubiera hecho, tú no podrías hacer nada al respecto. Toda­vía estás preso. Que tus hermanos hayan impedido que te colguemos ahora, no quiere decir que no vaya a suceder final­mente; aunque ahora será el viejo juez Walters quién decida.

Un amigo de Mike Doolittle se detuvo ante Tom y le escupió a la cara.

—Sedujiste a la hermana de mi amigo, la dejaste embarazada y luego intentaste matarla a golpes. Pagarás por lo que has hecho, Kaulitz.

Reed sabía que ahora sería imposible linchar a Kaulitz. Tendría que llevarlo al pueblo y mantenerle encerrado hasta que apareciera el juez. Pero en el pueblo podría ocurrir cualquier cosa, pensó Reed con astucia. Los habitantes de Dry Gulch estaban lo sufi­cientemente irritados como para asaltar la cárcel y linchar al dete­nido ellos mismos, y él no pensaba detenerles. Pero por otro lado, Mike Doolitde podría insistir en que Kaulitz se casara con su her­mana y todo acabaría allí. Una puñetera pena.

Bill miró a Tom fijamente, desconcertado por lo que estaba viendo. Su hermano jamás se había preocupado así por ninguna mujer; ésa debía de importarle de verdad.

—¿Qué ha sucedido? —preguntó, muerto de curiosidad—. ¿Quién es esta mujer?

—Suéltame, Tom. No me caeré.

Él se apartó a regañadientes. ________ se sostuvo en su brazo du­rante un momento, mientras se recomponía para conocer a los hermanos de Tom. Georg también se acercó a ellos.

—Bill, Georg —dijo Tom con solemnidad—, ésta es mi mujer, _________ .__________, son mis hermanos menores, Bill y Georg.

__________ les tendió la mano.

—Tom me ha hablado mucho de vosotros. Gracias a Dios habéis llegado justo a tiempo. Unos minutos más y... —Se estre­meció.

—¡Tu mujer! —exclamaron al unísono Bill y Georg. Final­mente, recordaron sus modales y, primero Bill y luego Geog, es­trecharon la mano de _________.

—¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué...? —exclamó Bill muy atur­dido.

—Es una larga historia —dijo Tom.

—¿Casado? ¿Te has casado? —Ahora era Reed quién parecía haberse quedado tan atónito como Bill y Georg—. A Michelle y a Mike no les va a gustar nada esto. Mike ya está planeando pedir un préstamo contigo de aval como marido de Michelle. —Negó con la cabeza—. No creo que le guste a nadie este giro de los aconte­cimientos. Deberíais habernos dejado ahorcarle y acabar con todo de una vez por todas.

—Nadie va a ahorcar a mi hermano —anunció Bill con voz autoritaria—. Será el juez quien dicte sentencia. Después de pre­sentar las pruebas existentes, ningún juez le declarará culpable. —Ni siquiera él se creía sus palabras, pero guardó aquellas reservas para sí mismo.

—Vámonos. No pensamos perderos de vista. No le ocurrirá nada a mi hermano mientras estemos aquí para impedirlo.

Georg le dio un codazo a Tom y señaló a __________.

—¿Qué hacemos con ella?

—_________ se vuelve al Circle F —dijo Tom en un tono que no admitía discusión.

—¡Ni hablar! —dijo ella, alzando la barbilla con terquedad—. Pienso apoyarte hasta el final.

—Ya no puedes hacer nada más —continuó Tom— ¿Qué ocurre con tu rancho? Allí te necesitan.

—He contratado al chico de los Culpepper para que se ocupe de todo hasta que regrese Manuel con los hombres.

—Es preferible que vuelvas a tu casa. Has puesto en peligro tu vida al seguirme. ¿Te das cuenta de lo que ha estado a punto de pasar? Reed y sus hombres te hubieran violado sin darle la mayor importancia. No hay manera legal de impedir que hagan lo que quieran.

Bill escuchó el diálogo entre Tom y su esposa y no supo qué pensar. La idea de que Tom estuviera casado era abrumadora ya de por sí. Se moría de impaciencia por saber cómo un hombre que odiaba el matrimonio con todas sus fuerzas había acabado ca­sado.

—No te preocupes por _________, Tom. Si quiere venir a Dry Gulch, Georg y yo nos ocuparemos de que no sufra ningún daño.

—Gracias —dijo Tom secamente. No tenía ninguna posibi­lidad de disuadir a _________ de que fuera con él a Dry Gulch si sus hermanos parecían tan dispuestos a que les acompañara.

—Entonces, estamos de acuerdo —dijo _______ con aire satisfe­cho—. No te desharás de mí tan fácilmente, Tom Kaulitz; no hasta que se resuelva todo este lío y limpiemos tu nombre. Ayudaré a tus hermanos a encontrar al hombre responsable del estado de Michelle.

Tom le lanzó una mirada llena de cólera; de repente recordó las palabras de Rivas.

—¿Por qué estás tan empeñada en liberarme después de todo lo que le has contado a  Rivas sobre mí?

La expresión de _________ fue de absoluta sorpresa.

—¡No puedes creer eso!

Tom sabía que ___________ no era la responsable de su captura, sobre todo después de ver la manera en que había arriesgado la vida para salvarle, pero quería que regresara al Circle F, donde es­taría a salvo. No tenía intención de arrastrarla en su desgracia.

Reed se acercó a  Tom con una cuerda en las manos; parecía tener la clara intención de atarle las manos.

—No es necesario atarme, Reed, no voy a escapar —dijo Tom—. Estoy tan ansioso como tú de encontrar al responsable de los problemas de Michelle.

—Yo ya he encontrado a ese hombre —se burló Reed. Pero dejó que Tom mantuviera las manos libres. Teniendo a su alre­dedor a los hermanos Kaulitz y a los vaqueros de su rancho, no le quedó más remedio que renunciar a sus deseos.

_________ meditó durante un buen rato sobre las crueles palabras de Tom mientras cabalgaba a su lado. No sabía por qué él pen­saba que le había traicionado. ¿La consideraría realmente capaz de tal traición después de haber hecho el amor con él? Era cierto que le había amenazado con ello, pero se trataba de un farol. Aquellas acusaciones le habían dolido mucho, aunque intentó ignorar el malestar. Tom estaba sometido a mucha presión y había estado a punto de ser linchado de una manera injusta; ella se estremecía sólo de pensarlo.

—¿Te encuentras bien, ________? —preguntó Bill, acercando el caballo a su lado.

—Sí, Bill. Pero estoy preocupada por ese obstinado hermano tuyo.

Bill se rió entre dientes.

—Tom es terco como una mula. —Le lanzó una dura mi­rada—. Me muero de curiosidad por conocer los detalles de vues­tra boda. Tom no es... Quiero decir que...

—Prefiero que sea Tom quién te explique todo. —________ sabía que los hechos la condenaban, pero prefería que los hermanos Kaulitz oyeran su versión después de haber escuchado la de Tom.

Se detuvieron a pasar la noche cuando ya había anochecido por completo. Tomaron cecina y galletas secas, y a _________, perdida en sus pensamientos, no le supieron a nada. A Tom no le permitie­ron acercarse a ellos, y Reed llegó a poner un guardia para asegu­rarse de que el cowboy no trataba de escapar por la noche con la ayuda de sus hombres.

_________ se envolvió en una manta e intentó dormir. Cerró los ojos, pero la imagen de Tom haciéndole el amor, compartiendo con ella el más íntimo de los actos, parpadeaba en su mente. En­tonces la había amado con una ternura tan evidente, que encon­traba difícil no creer que su afecto no fuera genuino aunque, evidentemente, no lo había sido. Mientras la besaba y la acariciaba, pensaba lo peor de ella. Cada vez que derramaba su semilla en su interior, odiaba aquel matrimonio. Y, a pesar de saber todo eso, ___________ se había enamorado de él.

Levantaron el campamento al amanecer. __________ no había sido capaz de pegar ojo y se sentía tan mal como aparentaba; se preguntó si Tom estaría en las mismas condiciones. Buscó sus ojos, pero él esquivó su mirada, demostrándole lo que ella ya sabía: que estaba enfadado por haberse negado a regresar al Circle F; pero no le importaba. Al menos estaba vivo. Si ella no hubiera llegado cuando lo hizo, ya estaría muerto; sus hermanos habrían llegado dema­siado tarde para salvarle.

Tom quería mirar a _________, pero no se atrevía. No sabía cómo acabaría todo aquello, y no quería que ella presenciara su ejecu­ción. Tenía claro que si John Reed se salía con la suya, él no viviría para subirse al estrado. Además, el viejo juez Walters era conocido en todo el territorio como el Juez de la Horca. Se preguntó qué posibilidades tenía de obtener un juicio imparcial. Si no estuviera ya casado, la salida más fácil hubiera sido casarse con Michelle, algo que habría encantado a Mike Doolittle.

Pero aunque ésa ya no era una opción, no lo habría hecho bajo ninguna circunstancia. Tom podía ver la mano sibilina de Mike detrás de todo aquello. Doolittle necesitaba dinero desesperada­mente y Tom lo tenía. Se preguntó quién habría dejado embara­zada a Michelle; en el momento en que lo supiera, encajarían todas las piezas.

El grupo entró al galope en Dry Gulch cuando el sol estaba en lo alto. Algunas personas salieron de las tiendas y las casas para mirarlos. Cuando llegaron al pequeño cobertizo que hacía las veces de cárcel, les seguía una multitud, entre la que se encontraba Mike Doolittle, que caminó pavoneándose hasta Tom.

—¡Kaulitz, has convertido a mi hermana en una fulana! —le gritó, lanzándole a la cara su fétido aliento de borracho—. Ha lle­gado el momento de que aceptes tu responsabilidad y te cases con ella.

—No soy el hombre que buscas, Doolittle —sostuvo Tom.

Mike entrecerró los ojos.

—Como no confieses tus crímenes y hagas lo correcto con ella, te lincharemos.

—Cállate, Mike —advirtió Reed—. Tengo malas noticias para ti.

Mike le lanzó una hosca mirada.

—¿Qué quieres decir?

—Tom kaulitz ya está casado. —Señaló a ________—. Esa dama es su esposa.

Mike enrojeció de ira. Al enterarse del embarazo de Michelle se había puesto furioso, pero a pesar de aquellas adversas circuns­tancias se le había ocurrido una idea genial, una que estaba seguro de que funcionaría. Michelle conseguiría un marido y él tendría acceso ilimitado al dinero de los Kaulitz. No le gustaba nada que sus planes se hubieran visto frustrados.

Los Kaulitz pagarían por ello, y pagarían bien.


CHICAS... les subi un capi largo.. para asi no dejarlas con tanta intriga...
me encanta sus comentarios *.*... mañana la sigo....Cuidense..

Las Quiero

BYE =D



5 comentarios:

  1. me encanto el cap hayyyyy quiero otro esta muy interesante cuidate besos.

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  2. cada vez mas interesante ya quiero saber quien es el que embarazo a michelle...ya quiero que sea mañana para que subas amo la fic es genial..bueno cuidate mucho besitos bye :)

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  3. hola morrita, bueno gracias por tus palabras en mi blogger, me reconforta saber que me apoyan y si es un dolor horrible que no le deceo a nadie ni a mi peor enemigo, sientes mucha frustracion pero tengo que ser fuerte por mi mami pero muchisimas gracias por tus palabras nena, te tengo mucho cariño y ojala algun dia podamos hablar no nadamas por las paginas, sale cuidate y tienes una fick muy bonita chauu XD

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  4. Esta muy muy interesantee la fic..
    Dios casi violan a (tn) menos mal que los kaulitz llegaron a tiempo..
    Siguelaa esta hermisa la fic..
    Bye ;-)

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  5. para dejarnos no intrigadas?? la fic esta tan interesante q siempre estamos intrigadas!! jaja enserio amo tu fic estoy completamente enganchada me eh vuelto adicta jaja ya quiero saber quien embarazo a michelle sube pronto mañana si puedes si?? y q bueno q tn llego a tiempo para distraerlos y pudieron llegar sus hermanos si no pobres de tom y tn sube!!

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