lunes, 13 de agosto de 2012

CAPITULO 13
________ intentó comportarse con valentía y aparentar normalidad en la cena de esa noche, pero no lo logró. Ni Manuel ni Tom mencionaron la visita de Rivas o el embargo del rancho, aunque era en lo que todos estaban pensando. Al final, la joven ya no pudo aguantarlo más; dejó la comida intacta en el plato, se levantó de la silla y salió de la cocina.
Tom se dispuso a seguirla, pero Manuel le asió el brazo.
—Déjala en paz. Ya no puedes hacer nada. Nadie puede. Y después de que te vayas estará sola, únicamente yo seguiré a su lado. —Clavó su penetrante mirada en Tom—. Porque te marcharás, ¿verdad? En ese caso, será mejor que lo hagas enseguida, antes de que la señorita ________ te coja demasiado cariño.
Tom observó a Manuel con los ojos entrecerrados. ¿Por qué se sentía como un canalla?
—Creo que seguiré mi camino, sí; pero todavía no es el momento. Aún tengo un asunto pendiente.
—Ese asunto no será la señorita _________, ¿verdad? Será mejor que no se trate de lo que estoy pensando.
—¿Y si fuera así? —le desafió Tom—. Estamos casados y ya tiene edad para tomar sus propias decisiones. —Aunque acostarse con ________ no era a lo que se refería Tom cuando dijo que tenían un asunto pendiente, las palabras de Manuel habían dado en el blanco.
—No te enfades, Kaulitz. Sé que la señorita _________ es mayor, pero ha estado muy protegida durante toda su vida.
Tom emitió un bufido de burla.
—No me tomes el pelo. ¿Me estás hablando de la misma mujer que me amenazó para que me casara con ella? Me habría marchado hace mucho tiempo si no me hubiera visto involucrado en sus problemas.
—Te salvó la vida —le recordó Manuel.
—Soy consciente de ello. ¿Por qué crees que estoy todavía aquí? Unas palabras dichas ante un cura no me retendrían si no sintiera que le debo la vida. Eres un buen hombre, Manuel. ________ no podría tener mejor protector. Bueno... —se desperezó y bostezó—, creo que me iré a dormir.
Aunque era temprano, Tom tenía planes. Esa noche iba a volver a forzar la cerradura del despacho de Rivas para intentar robar la hipoteca.
Con los ojos ardiendo por las lágrimas no derramadas, ___________ miró la oscuridad exterior a través de la ventana de su dormitorio. Sus tierras, las tierras en las que había nacido, las que su padre se había esforzado tanto en trabajar para ella, estaban perdidas. Aquellas exuberantes praderas, los fértiles valles, los arroyuelos saltarines que desembocaban en los ríos que cruzaban las majestuosas montañas que casi rozaban el cielo... Santo Dios, amaba aquel lugar y en él estaba su hogar.
Pensó en Tom inconscientemente —aunque lo cierto era que él jamás estaba demasiado lejos de sus pensamientos—, y se preguntó si se sentiría aliviado al ver que sus problemas estaban a punto de terminar. Ahora podría marcharse sin sentirse culpable. Había sido su marido el tiempo suficiente como para frustrar los planes que Rivas tenía para ella y no podía pedirle más. Le dejaría ir como le había prometido desde el principio. Él tenía sus propios asuntos que resolver.
Había llegado a conocerle lo suficiente como para darse cuenta de que jamás pertenecería a una mujer. Que hubiera dejado embarazada, o no, a Michelle era un asunto distinto; si se guiaba por la manera en que había intentado convencerla a ella, Tom era completamente capaz de planear y llevar a cabo una seducción. Esperaba que todo le saliera bien incluso aunque hubiera preferido que se quedara allí.
De repente, su mirada cayó sobre el camisón que le había regalado. Lo había doblado y dejado encima del taquillón, donde lo podía admirar desde lejos. Se acercó y lo rozó con cuidado, preguntándose cómo le quedaría. Ardía en deseos de probárselo, incluso aunque nadie la viera. Necesitaba consuelo y, por razones que no podía comprender, sabía que aquella prenda se lo proporcionaría. Pensar que Tom la había elegido y comprado para ella hizo que se le volvieran a llenar los ojos de lágrimas.
Había perdido sus tierras, su hogar, y también iba a perder a Tom. Era su esposa, aunque no en el sentido bíblico de la palabra por lo que no había experimentado la alegría de la pasión. ¿Conocería alguna vez el amor de un hombre? Tensó la mandíbula con valentía; sus ojos azules se oscurecieron por la determinación. Puede que nunca conociera el amor de un hombre, pero sí iba a conocer la pasión. Lo único que tenía que hacer era salir de su habitación y dirigirse a la de él. No sabía si amaba a Tom y, desde luego, era evidente que él no la quería, pero necesitaba a alguien esa noche, alguien que comprendiera lo que sentía. Miró el camisón con anhelo y tomó una decisión de la que esperaba no arrepentirse.
Se quitó la ropa, se aseó y se puso el camisón, delicado como una telaraña. Entonces se dio la vuelta lentamente y se miró en el espejo. Abrió mucho los ojos al ver la manera en que la tela se ajustaba a su cuerpo, como si hubiera sido creado especialmente para ella. Le pareció que el peinado que llevaba no era el más adecuado, así que se deshizo las trenzas y pasó los dedos por los largos y sedosos mechones, ahuecándolos en suaves ondas que cayeron sobre su espalda. Se preguntó distraídamente si a Tom le gustaría cómo le quedaba la prenda... jamás lo sabría si se que¬daba en su habitación mirando ensimismada su propio reflejo.
Respiró hondo y salió al pasillo donde la luz que se filtraba por debajo de la puerta de la habitación de Tom la atrajo como si fuera una polilla. A continuación se acercó y se detuvo ante ella, apoyando la mano en la manilla. Se estremecía de pies a cabeza, asustada pero también excitada. La anticipación se había convertido en un clamor que sólo Tom podría acallar.
Reuniendo todo su coraje, hizo girar el picaporte, abrió y entró. Sólo estaba encendida una lámpara y la habitación se había convertido en un refugio oscuro y misterioso. No le vio de inmediato y se temió que no estuviera allí. Entonces percibió un movimiento y giró la cabeza, justo cuando él salía de entre las sombras. Estaba vestido de negro de pies a cabeza.
Tom clavó los ojos en ella y rezó para que no fuera un sueño. No había oído abrirse la puerta, sólo había sentido la presencia de ________. Parecía que estuviera cubierta por brillantes y delicadas telarañas; su belleza rivalizaba con la luna y las estrellas. Así, bañado por la luz de la lámpara, el cuerpo de la joven no guardaba ningún secreto para él. Le pareció que el mundo se detenía y que en su corazón y su mente sólo había lugar para la mujer que ansiaba con cada fibra de su ser. No le gustaba usar la palabra lujuria, pero no se le ocurría ninguna otra que explicara la manera en que ella le hacía sentir.
________ se estremeció, sintiéndose más viva que nunca, y notó que ardía ante el fuego cafe que vio en los ojos de Tom. Le sostuvo la mirada, temblando, mientras percibía el sensual calor de sus pupilas al vagar por su cuerpo. Se le erizó la piel. Estaba a punto de huir cuando le oyó susurrar algo.
Él intentó hablar, pero sólo logró murmurar su nombre. Se puso duro como una piedra. Había fantaseado con ver a ________ con el camisón puesto, pero su imaginación no hacía justicia a la realidad: era exquisita; el tipo de mujer con la que sueñan todos los hombres. Su cuerpo era perfecto; sus pechos, altos y firmes, estaban coronados con unos pezones rosados tan delicados como el triángulo de vello que cubría su feminidad; tenía las piernas largas y bien proporcionadas y los tobillos finos y elegantes; sus caderas se curvaban suavemente hacia la minúscula cintura. Y él la deseaba con una pasión distinta a cualquier otra que hubiera sentido en el pasado.
Se acercó a ella y, al moverse, pudo decir por fin las palabras que pugnaban por salir de su garganta.
—__________, eres muchísimo más hermosa de lo que había imaginado.
—Es por el camisón —respondió ella nerviosa—. No debería haber venido. —Dio un paso vacilante hacia la puerta.
—¡No! ¡No te vayas! —Llegó a su lado en dos zancadas—. Este es nuestro momento. —Y lo era aunque, desafortunadamente, ________ hubiera elegido un momento la mar de inoportuno para él. En unas horas estaría camino del pueblo para intentar hacerse con los documentos de la hipoteca.
________ se humedeció los labios, que se le habían secado de repente, mientras pensaba que las razones para haber acudido allí ahora parecían inapropiadas.
—El camisón es precioso —farfulló antes de volver a quedarse callada—. Gracias.
—Lo que realmente es precioso es lo que hay debajo.
Tom la apretó contra su cuerpo mientras esbozaba una sonrisa.
_________ se estremeció; el viril y excitante poder que emanaba de él prendía un incontenible fuego en su interior. Se dijo a sí misma que eso era lo que deseaba: a él. Quería tener algo que recordar en las largas y frías noches solitarias después de que Tom se marchara.
—Me has cogido por sorpresa, cariño —dijo Tom. Le dirigió una sonrisa lenta y sensual—. Dime que no estoy soñando. Te deseo desde hace tanto tiempo... ¿Qué te ha decidido a venir esta noche?
________ encogió los hombros. Sus razones ya no tenían sentido.
—Quizá no haya sido una buena idea.
—Ha sido una idea muy buena —susurró él contra su boca, delineando el contorno de sus labios con la lengua y haciéndola estremecer. La escuchó gemir cuando le mordisqueó el labio inferior y se dejó llevar por el beso, arrebatándola de tal manera que ella sólo pudo aferrarse a su camisa.
________ sintió cómo Tom deslizaba las manos por su cuerpo. La seda creaba una excitante fricción sobre su piel. Él profundizó el beso mientras le acariciaba los pechos suavemente. Cuando aban¬donó su boca, fue para dirigirse a su oreja, donde le susurró lo delicioso que era su sabor y cuánto deseaba degustar otros lugares de su cuerpo. Entonces, alcanzó su pecho y le lamió el pezón por encima de la diáfana tela. De repente, ________ notó que la prenda caía flotando a sus pies.
Tom la alzó en brazos y la dejó sobre la cama, retrocediendo un paso para admirarla a placer.
—¿Por qué estás así vestido? —preguntó ________, consciente de pronto de que Tom llevaba una ropa distinta a la que tenía en la cena.
—Hablas demasiado —se evadió Tom, dejándose caer a su lado en la cama y besándola otra vez.
A partir de entonces ________ sólo pudo pensar en los excitantes besos que daba ese hombre. —¿Me deseas, _________? —dijo mientras le recorría todo el cuerpo con las manos, prometiéndole con sus caricias deleites inimaginables.
_________- tragó saliva, incapaz de mentir.
—Sí, te deseo. ¿Satisfecho?
—No siento satisfacción, cariño, sino euforia. —Se levantó de la cama bruscamente y se deshizo de la ropa. Durante un momento se quedó al lado de la cama, desnudo, permitiendo que ella le observara de arriba abajo.
A pesar del lánguido estado en el que estaba sumida su mente, _________ estudió la excitación, la belleza del cuerpo de Tom y notó un doloroso anhelo en aquel lugar donde más le deseaba.
—Ya me habías visto antes, cariño —le recordó él con suavidad cuando vio que se había quedado boquiabierta de admiración.
—No así.
Cuanto más tiempo clavaba ella los ojos en la parte más mas¬culina de Tom, más grande y dura se ponía ésta. Ahora parecía una sólida columna de mármol que sobresalía desde un nido de rizos oscuros. El aire que le rodeaba parecía cargado de electricidad. Nada podía negar el extraordinario poder de su pecho, la robustez de sus muslos y brazos musculosos, ni la plenitud de su vientre plano y sus largas y fornidas piernas. Poseía una elegancia innata a pesar de la promesa latente de una fuerza increíble.
Chicas, espero que les haya gustado el capi... si tengo mas tiempo les subo uno en la tarde o sino mañana =)... vinene cosas tan interesantes... que me muero por escribirselas.....
Cuidense...
Las quiero =)
Bye =D...

3 comentarios:

  1. AAAHHHHH!! porque lo dejaste ahiii!! (inhala exhala) =D no lo dejes ahi esta buenisima tu historia por favor no te tardes en subir te lo suplicoo!!! chauu :D

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  2. Muero mueroo!! Ya alfin y lo dejas ahy..
    Siguelaa .. Tienes que subir..
    Amo la fic *.* .. (tn) tiene que encontrar esas escrituras y Tom tiene q kedarse con ella siempre... Subee esta muy Emocionantee XDD

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  3. como lo dejaste ahi O_O sube pronto porfis porfis sube sube aaahhhh!!!! esta padrisima la fic!!!

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