jueves, 9 de agosto de 2012

CAPITULO 11
La cena estaba resultando muy tranquila hasta que Tom dejó caer un comentario con pasmosa tranquilidad.
—Voy a entrar en el despacho de Rivas mañana por la noche. A ________ se le cayó el tenedor en el plato.
—¡¿Qué has dicho?!
—He dicho que...
__________ hizo un gesto impaciente con la mano.
—Sé lo que has dicho, pero ¿qué esperas ganar poniendo tu vida en peligro?
—No correré peligro si todo sale bien.
Manuel no dijo nada y se limitó a seguir comiendo. ________ le lanzó a Tom una mirada irónica.
—¿Has robado muchos bancos?
—No es eso lo que voy a hacer. Voy a entrar en el despacho de Rivas, no a robar el banco. Guarda las escrituras de las hipotecas en un archivador. Tú tienes que examinar la firma de tu padre para estar segura de que, cómo crees, es una falsificación, por lo tanto tienes que compararla con algo que haya firmado él. ¿Tienes en la casa algún documento firmado por él?
—Hay unos cuantos en el escritorio. Aunque, por desgracia, ninguno de ellos es la escritura del rancho, que desapareció poco después de su muerte. Como ya te he dicho he revuelto toda la casa buscándola y no la he encontrado. —¿Qué crees que ha ocurrido con ella?
—Le he dado muchas vueltas al asunto. Estoy convencida de que alguien la robó cuando entraron en el rancho poco después de que muriera mi padre. En ese momento no di importancia a los hechos porque no eché nada en falta. Tom clavó los ojos en __________ con una expresión pensativa.
—Si Rivas posee una hipoteca sobre las tierras, sería lógico que hubiera considerado que tener en sus manos la escritura fuera lo mejor. Y si es así, apostaría todo mi dinero a que no es porque tu padre se la haya dado.
—¿Crees que fue Rivas quien entró en mi casa? —preguntó _______. —No, no ha sido él. Es de los que contrata a alguien para hacer el trabajo sucio, pero un hombre como él habrá pensado que es muy fácil estafar a una mujer. Mientras vivió tu padre, Rivas no tenía esperanzas de obtener las tierras ni a ti, pero su muerte resultó un golpe de suerte para él. —El tono de Tom se volvió más reservado—. ¿Cómo murió tu padre?
—Le mató una banda de sioux renegados. Nadie sabía que estaban actuando en esta zona. Mi padre estaba siguiendo un rastro al pie de las montañas y todo lo que ocurrió después fue muy extraño: unos indios le mataron, sin embargo no se ha vuelto a saber nada de ellos. Se esfumaron. Mi padre se encontraba perfectamente, disfrutaba de buena salud, era un hombre lleno de vitalidad.
—¿Por qué sabes que fueron los indios?
—Encontramos flechas sioux en su cuerpo.
Tom frunció el ceño mientras meditaba sobre lo que acababa de contarle _______. Tenía muchas reservas sobre si creerse aquel asunto de los indios, pero no dijo lo que estaba pensando.
—Si quiere saber mi opinión —intervino Manuel—, no fue cosa de los pieles rojas. El incidente fue un hecho aislado. No había más señal de los sioux que la flecha que Robert tenía clavada en la espalda. Sin embargo, no se pudo probar otra cosa.
—Por favor —dijo _________, con la voz desgarrada—, no puedo soportar pensar en eso. Fueran indios o no, mi padre está muerto. —Tienes razón —convino Tom—. Hasta que tengamos pruebas concretas, no vale la pena hacer hincapié en algo que afecta tanto a ________.
—¿Cuándo irás al pueblo? —preguntó ________, centrándose en la peligrosa misión que pensaba llevar a cabo Tom.
—Después de que los vaqueros se retiren a dormir. Cuanta menos gente conozca mis intenciones, mejor. Cuando el otro día estuve en el despacho de Rivas, me fijé que la puerta trasera daba al callejón. Se me da bien forzar cerraduras, mis hermanos y yo solíamos robar en la confitería cuando no éramos más que unos niños salvajes. Al día siguiente, mi padre nos daba una buena tunda y pagaba los caramelos que habíamos cogido.
—Si estás tan decidido a hacerlo, supongo que nada de lo que diga te hará cambiar de opinión —dijo Manuel, levantándose de la mesa—. Me voy a dormir. Ninguno de ellos vio al hombre que escuchaba desde el exterior, junto a la ventana, y que había oído cada palabra dicha allí dentro.
—No tienes que hacerlo —dijo ________.
—Cuanto antes se resuelva este asunto, antes podré marcharme. Me salvaste la vida y tengo intención de pagar la deuda que tengo contigo. Cuando me vaya, lo haré con la conciencia limpia.
_________ debería haber imaginado que Tom pensaba en sí mismo y no en ella y sus problemas. Quería largarse pero, por alguna razón inexplicable, sentía la necesidad de solucionarle antes la vida.
Se levantó bruscamente. —Era mi intención disuadirte, pero me doy cuenta de que ya has tomado una decisión. Rezaré para que tengas suerte.
Después de que ________ limpiara la cocina y se retirara a su habitación, Tom se quedó sentado ante la mesa durante un buen rato, imaginándosela en la cama, vistiendo aquel sudario de lino blanco que ella llamaba camisón, y preguntándose por qué no le había dado lo que le compró en el pueblo la semana anterior. Sonrió al pensar en sus egoístas razones para comprar aquel regalo. Quería estar presente cuando se lo pusiera y que lo llevara cuando hicieran el amor por primera vez. «Pronto —pensó—, muy pronto.»
Antes de que le matara aquella lujuria.
Al día siguiente _________ estaba tan nerviosa que apenas fue capaz de hacer nada. No podía pensar más que en el peligro que iba a correr Tom cuando irrumpiera en el despacho. No supo cómo logró pasar el día, pero la cena que preparó dejó mucho que desear.
Tom mantuvo un inusitado silencio en la mesa, como si se estuviera preparando mentalmente para la misión que le aguardaba. Comió de manera automática, sin saborear lo que masticaba y tragaba, mientras meditaba cuidadosamente sus planes. Pensaba ir al pueblo pasada la medianoche y, para que no le viera nadie, utilizaría el callejón para acercarse al banco. Ya había encontrado las herramientas necesarias para forzar la cerradura y las tenía guardadas en su habitación.
—He estado pensando —dijo Manuel, aclarándose la voz—, que iré contigo esta noche. Así podré vigilar mientras actúas.
—Aprecio tu oferta, Manuel, pero es demasiado peligroso. Es necesario que te quedes en el rancho. Si me pillan y voy a la cárcel, no quiero que te veas involucrado.
Resultó extraño que ________ no dijera nada. Pero la joven había tomado una decisión la noche anterior, una que sabía que a Tom no le gustaría. Pero éstas eran sus tierras y sus problemas. Puede que hubiera forzado a Tom a verse envuelto en ellos, que le hu¬biera obligado a participar en todo aquello..., pero si él iba a poner su vida en peligro, ella le acompañaría. Tom se retiró pronto a su dormitorio. Se tumbó vestido en la cama y se quedó dormido. Despertó a las once y media, se cambió de ropa —poniéndose una camisa negra y unos pantalones oscuros que había comprado en la ciudad— y abandonó su cuarto con sigilo. La casa estaba tan silenciosa que Tom se sintió como un la¬drón mientras bajaba las escaleras en penumbra. Con una rápida mirada al barracón antes de entrar en el establo se aseguró de que todas las luces estaban apagadas y de que los hombres dormían. Ensilló un caballo y cruzó el portón a pie, luego montó y se marchó.
_________ no tardó en seguirlo. Se puso ropa oscura, al igual que él, y recorrió el mismo camino unos diez minutos después. La joven apenas había cruzado el portón cuando se abrió la puerta del barracón y salió un hombre. Poco después, el individuo cruzaba la salida a lomos de un caballo y era tragado por la oscuridad.
Tom llegó al pueblo a la hora prevista y se detuvo para orientarse. La única luz provenía del saloon, que parecía ser un negocio floreciente. Antes de detener su montura en el callejón detrás del banco, observó cómo un borracho salía tambaleándose del establecimiento y se perdía calle abajo.
En sus anteriores visitas al pueblo Tom había reparado en que el banco era el sexto edificio a partir de la esquina, así que lo encontró sin problemas. Desmontó y ató las riendas de su caballo a una de las barras metálicas que cubrían la ventana del despacho, luego sacó las herramientas del bolsillo, se arrodilló y comenzó a hurgar en el cerrojo.
________ se amparó en la oscuridad para seguir el rastro de Tom. Cuando él llegó al pueblo y se introdujo en el callejón, la joven se dio cuenta de que se dirigía a la parte trasera del banco. Fue tras él amparándose en las sombras; desde allí podría divisar todo lo que ocurría en la calle y, si surgía algún peligro, estaría en posición de advertirle. Aunque si todo iba bien, jamás sabría que había ido tras él. Tom soltó una maldición al notar que se le resistía el cerrojo. Tras diez minutos sin lograr su objetivo, comenzó a preguntarse si habría perdido su habilidad. Entonces la cerradura cedió y, mientras abría la puerta y entraba, suspiró de alivio con tanta fuerza que casi pareció un silbido. Encendió una cerilla y se acercó al archivo.
Escondida entre las sombras, __________ observó cómo un jinete solitario, con un sombrero de ala ancha calado hasta las cejas para cubrirse los rasgos, pasaba ante el callejón y continuaba calle abajo. Con los nervios de punta, le miró doblar la esquina y perderse de vista. Diez minutos después, ________ comenzó a preocuparse. Tom debería haber acabado ya.
De pronto, aparecieron dos jinetes por la esquina y se dirigieron hacia donde estaba ella. Contuvo el aliento, esperando que continuaran su camino hacia el saloon, pero observó alarmada que se detenían justo frente a la puerta principal del banco. Asomó la cabeza por la esquina para observarles y, al reconocer a Rivas y al individuo que había entrado en el pueblo diez minutos antes, el pánico la dominó.
_________ azuzó a su caballo y se acercó a la puerta exterior del des¬pacho para avisar a Tom del peligro. Si lo descubrían allí dentro, se desataría el infierno. Vio el caballo de su marido y supo que él todavía estaba en el interior, así que bajó de un salto de la silla y corrió hacia la puerta.
Al oír pasos, Tom apagó la cerilla y se puso en pie con rapidez.
El siseo de _______ resonó en la oscuridad.
—¡Sal! ¡Rápido! Rivas está en la puerta principal. ¡Tienes que salir de ahí ya!
—En nombre de Dios, ¿qué demonios estás haciendo aquí?
—No hay tiempo para explicaciones, vámonos de aquí antes de que nos descubran.
Tom soltó un juramento. No le había dado tiempo de encontrar la documentación de los Fuller en el archivador y no podía seguir buscándola. No podía permitir que descubrieran a ________ allí cerca. La cogió de la mano y la arrastró hacia afuera, después la subió bruscamente sobre el caballo.
—Lárgate de aquí. —Dio una palmada a la grupa del animal y ella tuvo que sujetarse a las riendas cuando su montura salió disparada hacia delante.
—¿No vienes? —le preguntó por encima del hombro.
—Ahora mismo.
Tom cerró la puerta con cuidado, se arrodilló y volvió a usar la herramienta para poner el cerrojo en la posición inicial. Un minuto después, cuando ya galopaban por el callejón, se encendió la luz del despacho.
—Aquí no hay nadie —gruñó Rivas—. Me has despertado para nada. —Le digo que les seguí hasta aquí, jefe. Les vi salir del Circle F.
—Debes de haberlo soñado. —El banquero fue hasta la puerta y comprobó el picaporte. Todavía estaba cerrado—. Vuelve allí antes de que te echen de menos. La próxima vez que me despiertes, espero que sea por una buena razón.
Tom y ________ cabalgaron de regreso al rancho como alma que lleva el diablo. Una vez en el establo, Tom le ordenó que entrara en la casa mientras él se ocupaba de los caballos. Ella le obedeció sin rechistar, consciente de que estaba muy furioso con ella. Se apresuró a subir las escaleras con la esperanza de alcanzar su ha¬bitación antes de que él llegara. Emitió un suspiro de alivio cuando entró en el dormitorio y cerró la puerta. Entonces encendió una lámpara y comenzó a desnudarse; no creía que Tom la siguiera hasta allí.
Se equivocó. Unos minutos después, la puerta se abrió de golpe y ________ se dio la vuelta sujetando contra el pecho, como si fuera un escudo, la camisa que se acababa de quitar. Tom estaba en el umbral; su cara era una máscara de furia y... de algo más que ella no logró descifrar. Jamás había visto esa mirada en sus ojos.
—¡Pequeña idiota! ¿Qué esperabas conseguir al seguirme esta noche?
__________ no podía creerse lo que estaba oyendo.
—Te he salvado la vida... Otra vez.
—Eso está por ver. ¿Es que no lo entiendes? No quería que te vieras envuelta en esto. No quería que tu vida corriera peligro.
—No tienes que mantenerme alejada, ésta es mi lucha. Son mis tierras las que corren peligro. Te he obligado a involucrarte en mis problemas, pero no estoy dispuesta a que mueras por ellos. Te seguí porque quería ayudarte... y eso he hecho. Si no hubiera es¬tado allí, te habrían descubierto. Tom entrecerró los ojos.
—¿Cómo demonios supo Rivas que estaba en el banco esta noche? —Alguien conocía tus planes —adivinó _________—. Alguien que nos ha seguido desde el rancho. Un jinete entró en el pueblo justo detrás de mí, pero cuando vi que se perdía tras una esquina, pensé que no era más que una coincidencia. Sin embargo, quienquiera que fuera, fue derechito a advertir a Rivas.
—¿Estás segura?
—Estoy razonablemente segura de que el hombre que vi era el mismo que acompañaba a Rivas. ¿Crees que puede ser uno de los vaqueros del rancho?
—Eso lo averiguaremos mañana. La expresión de Tom era ahora de puro alivio. No podía describir lo mucho que se había asustado cuando la vio aparecer de improviso en el despacho de Rivas. De hecho, su corazón no había recuperado el ritmo normal de camino a casa. Ahora, ya a salvo, quería tomarla entre sus brazos, apretarla contra sí y besarla hasta que le rogara que se detuviera. Santo Dios, debía de haberse vuelto estúpido. ¿Sería eso lo que el matrimonio provocaba en un hombre?
Entró en la habitación y se detuvo a escasos centímetros de ella. Sus ojos cafes brillaban con la intensidad de piedras preciosas cuando le arrebató la camisa de las manos y la dejó caer a un lado. Los pechos de ________ subían y bajaban al ritmo de su respiración bajo la camisola de encaje que los cubría. Tom levantó la mano y soltó las cintas que cerraban la prenda, abriéndola lentamente para desnudar los senos de la joven. Masculló algo por lo bajo y le rozó suavemente un pezón con la punta del dedo.
________ contuvo la respiración. Aquella caricia hizo que en su interior estallara una tormenta de fuego. Quería entregarse a él, sen¬tir su duro y excitado cuerpo. Quería que él le hiciera todas esas cosas que hacían los maridos con sus esposas.
Tom tenía la experiencia suficiente para saber que ________ le deseaba, y se sintió encantado. Le cubrió los pechos con las manos, moldeándolos con las palmas y acariciándole los pezones con los pulgares. Cada uno de sus músculos palpitaba de deseo, le gritaba que la tumbara en la cama, que le separara las piernas y se hundiera en ella. Quería poseerla de una manera rápida y apasionada, profunda y feroz, hasta alcanzar la liberación.
—¿Me deseas? —susurró Tom contra sus labios.
Da igual si te deseo o no. No quiero entregarme a un hombre que me abandonará y nunca mirará atrás.
Una sensación extraña y dolorosa atravesó a Tom, una opresión que hizo que se le pusiera un nudo en la garganta. No pensaba mentir.
—No puedo prometerte nada, cariño. Para empezar, jamás quise casarme. Tú me has salvado la vida pero, independientemente de eso, en cuanto considere que he saldado mi deuda, me iré. No esperes nada más de este matrimonio. Sólo te pido que me dejes darte placer mientras estoy aquí.
—¿Y si me dejas embarazada? —Pensar en tener un hijo de Tom era perturbador, pero no desagradable. Si las circunstancias hubieran sido otras, estaría deseando ser madre. Los duros rasgos masculinos se suavizaron y la recorrió con una mirada ardiente.
—Intentaré impedir que ocurra. Déjame amarte, ________.
Inclinó la cabeza y cubrió los labios de la joven con los suyos, acallando cualquier protesta o gemido con aquel beso abrasador. Le introdujo la lengua en la boca y exploró el interior con una pa¬sión desenfrenada. La besó una y otra vez, hasta robarle el aliento y dejarla jadeante. Entonces se dejó caer de rodillas y tomó la hinchada cima de un pecho en su boca húmeda y caliente con exquisita ternura, dejándola sin fuerzas. El indicio de barba que le cubría la mandíbula arañó el seno y la suave piel de las costillas de _________ cuando él le rindió homenaje al otro pecho. A ________ se le debilitaron las rodillas y se habría caído si las fir¬mes manos de Tom no la hubieran sostenido. Entonces sintió que él llevaba la mano entre sus piernas y emitió un gemido de vergüenza. Sabía que estaba mojada y esperaba que él no pudiera notarlo a través de los pantalones.
—Dime que me deseas, cariño. ________ le deseaba, oh, sí, ¡cómo le deseaba!, pero si hacía el amor con él, cuando se fuera sufriría todavía más. No soportaba la idea de pasarse las noches recordando cómo había sido hacer el amor con él y lo vacía que sentiría el alma tras su marcha.
—No me hagas esto. El nuestro no es un matrimonio de verdad. No quiero compartir la pasión contigo. Tú no me amas y yo... tampoco te amo a ti.
Lentamente, Tom dejó caer las manos. Su cara era una más¬cara de angustia y su dolor parecía real. Pero jamás había tomado a una mujer por la fuerza y no lo iba a hacer ahora. No dudaba ni por un segundo que ________ acabaría entregándose a él bajo sus términos antes de que se fuera.
—Me acabarás matando de frustración. ¿Estás segura?
«No, no estoy segura en absoluto, pero así tienen que ser las cosas.»
—Sí, completamente segura.
_________ casi podía sentir el dolor que atormentaba a Tom. Su propio dolor era casi tan intenso como el de él. Le dio la espalda y se subió la camisola para cubrirse los pechos. Le producía una profunda vergüenza haberse dejado llevar por la pasión antes de detenerle. Pero la sensación de su boca cubriéndole los senos había sido dulce y excitante. Le había parecido tan correcto que, por un momento, había sido incapaz de detenerle. Siempre había sabido que Tom la deseaba, pues no es que se hubiera molestado en ocultarlo, pero aquella noche había estado a punto de seducirla. Estaba tan seguro de sí mismo, tan determinado a que ella sucumbiera a la tentación, que casi lo había conseguido. Por fortuna, ella estaba hecha de una pasta más dura de la que él pensaba.
A los hombres como Tom les gustaba el sexo sin ataduras. Pensaban que las mujeres eran seres traidores en los que no se podía confiar y ella no había contribuido a que cambiara de idea. Al obligarle a casarse de aquella manera apresurada sólo había conseguido reforzar la baja opinión que tenía sobre las mujeres.
__________ detuvo bruscamente aquellas elucubraciones mentales y se volvió para enfrentarse a él. Para su sorpresa, se había ido.
Chicasssss espero que le haya gustado el capi.. y sorry por no haber subido antes pero el trabajo me tiene demasiado ocupada... Pero les tengo una buena noticia...
Y es que tal vez empiece a subirles capitulos dia por medio.. ya que ahora en el trabajo voy a tener un poco mas de libertad jajajaj xd... asi que esperen un poco... y tratare de subirles seguidooo..
cuidence muchoooo chicasss .... Las Quiero....muchooo y gracias a Todas por sus comentarios.. me encantan *.* Bye.. =)

3 comentarios:

  1. Casii casii!! Me gustaa mucho mucho la fic.. Es muy emocioantee.. Siii subee mas seguido ya kiero que esten juntos XD
    bye cuidate no tardes esta fic me fascina

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  2. hola bueno esta buenisimo el capitulo por favor no tardes que me desespero por eso meto en la mia todos los dias, porque se que es desesperante no ver que han metido capitulo, bueno cuidate adios

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  3. pense que Tom si lo lograria pero no... y que buena noticia!!! amo tu fic y espero que si puedas subir seguido y no tardes tanto esq esta bien interasante :)

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