sábado, 12 de mayo de 2012

CHICAS SORRY.... recien me di cuenta que se los habia subido dos veces jejej pero aqui va el capitulo original :) espero les guste =)
CAPITULO 6
_________ se pasó las siguientes veinticuatro horas sopesando cuidadosamente lo que le diría a Tom. No iba a resultar nada fácil. Percibía en él cierta hostilidad hacia el género femenino en general. En algún lugar y en algún momento de su pasado, una mujer le había hecho mucho daño. Aunque eso a ella no le importaba, haría lo que fuera para conservar el rancho. La idea era buena; lo sabía. Si él hubiera estado en plenitud de facultades, ella jamás habría tenido valor para llevarla a cabo, pero en esas circunstancias era casi su cautivo y tendría que hacer cualquier cosa que ella quisiera. Estaba demasiado débil para abandonar el lecho y dejar el rancho. Y le debía la vida, se dijo intentando convencerse a sí misma. No estaría vivo si ella no le hubiera encontrado y arrebatado de las fauces de la muerte, y podría haberle entregado a los vigilantes cuando fueron a por él, pero no lo hizo. Él le debía algo. Ahora, lo único que faltaba era convencer a Tom de las ventajas de la idea.
Decidida a desafiar al león en su guarida, _______ subió lenta¬mente las escaleras para exponerle sus planes. El estado de ánimo del enfermo era cualquier cosa menos plácido cuando entró en la habitación. —Ya iba siendo hora de que apareciera por aquí —gruñó Tom con impaciencia—. Hace horas que terminé de comer. ¿Dónde está Manuel? Quizá podría jugar a las cartas conmigo. Me desquicia quedarme en la cama todo el día con los ojos clavados en el techo.
—Buenas tardes a usted también —le saludó _______ con exage¬rada alegría. Decidió ignorar su mal humor; los hombres rara vez eran buenos pacientes. —Mañana me levantaré de la cama —advirtió Tom. —Me parece que no. Dese la vuelta y déjeme ver la herida. Hoy aún no he cambiado la venda. Tom le lanzó una mirada furibunda, pero luego se tumbó sobre el estómago para que ella pudiera examinarle. —¿Qué tal está?
Ella le retiró el vendaje. —Curando. ¿Cómo se siente? —Mejor. Todavía no estoy preparado para cabalgar, pero no tardaré en estarlo. —Aun falta mucho para que esté recuperado del todo, señor Kaulitz. Él dio un respingo cuando ella le cubrió de nuevo la herida. Notó las manos frías de ______ sobre la piel, aliviándole el calor.
—¿No crees que ha llegado el momento de que nos tuteemos? Llámame Tom, es probable que conozcas mi cuerpo mejor que mi propia madre. _______ se sonrojó. Puede que fuera cierto. Había lavado cada centímetro de su piel con agua fría mientras trataba de bajarle la fiebre. —De acuerdo, Tom. Puedes llamarme ________. —Eso pensaba hacer. ¿Te da vergüenza haberme visto desnudo? —En absoluto —mintió ella. Jamás había visto antes a un hombre sin ropa. Y el cuerpo de éste parecía ser de una perfección extraordinaria—. Estás inaguantable, Tom. Ya he acabado. Pue¬des darte la vuelta. Él rodó sobre la espalda con cuidado.
—Gracias. ¿Vas a decirle a Manuel que suba o no? —No —dijo ______ con resolución—. Quería tratar un tema en privado contigo. —No me gusta como ha sonado eso. Si lo que vas a pedirme es que te compense económicamente por tus cuidados, estoy de acuerdo. Tengo dinero en el chaleco. Debería ser suficiente. Tom había imaginado que el asunto del dinero saldría a relucir tarde o temprano. No existía ninguna mujer que no estuviera dis¬puesta a convertir a un hombre en mendigo. —No quiero tu dinero.
Él entrecerró los ojos. —Entonces, ¿qué quieres?
_______ se sonrojó, pero se negó a sentirse intimidada por el mal humor de ese hombre. Lo que quería de él era mucho más impor¬tante que el dinero. Se irguió en toda su estatura y le sostuvo la mirada. —De acuerdo, Tom Kaulitz, quiero algo de ti. —El corazón le martilleaba aceleradamente dentro del pecho. Se preguntó si él también podría oírlo. Tragó saliva y continuó—: Sabes que Mario Rivas me está presionando e intimidando para que me case con él.
Tom asintió con la cabeza, esperando. Tenía el presentimiento de que no le iba a gustar lo que la señorita _______ Fuller le iba a decir. —Desprecio a ese hombre con todas mis fuerzas y me he negado reiteradamente a hacer tal cosa. También sabes que podría entregarte a los vigilantes en el momento que quiera. Podrías huir, por supuesto, pero en tus condiciones no llegarías demasiado lejos.
Los ojos de Tom eran como ascuas de fuego verde clavados en ella. Su voz fue brusca e irónica. —¿Estás tratando de chantajearme? Dime, ¿qué es lo que quieres? ________ respiró hondo. —Quiero que te cases conmigo. Ahora mismo, mañana como muy tarde. Por supuesto sería un matrimonio de conveniencia. En cuanto Rivas se dé cuenta de que no puedo casarme con él, me dejará en paz. Incluso es posible que se olvide de la hipoteca. Como mínimo ganaré el tiempo suficiente para probar que es un mentiroso y un estafador. Después de un lapso prudencial, podrás pedir la anulación.
Tom clavó los ojos en ella como si, de repente, le hubieran salido dos cabezas y ella supo que estaba furioso por la tensión que percibió en su cuerpo.
—¿Te has vuelto loca? ¿Y qué pasa con tu prometido? Supongo que tendrá algo que decir sobre este arreglo. —No existe ningún prometido. Me lo inventé para que no me diera la lata. —¿Qué te hace pensar que estoy dispuesto a casarme contigo?
—Soy yo quien tiene la sartén por el mango, Tom. No me costaría nada conseguir que te lincharan aquí mismo. Los vigilantes que te buscan no parecen el tipo de hombres dispuestos a escuchar explicaciones. Y ya me has dicho que no estás dispuesto a casarte con Michelle. ¿Qué opción te queda?
Aquella maldita hembra le tenía pillado por donde más dolía, pensó Tom, demasiado furioso para hablar. Si _______ mandaba llamar a los vigilantes, le llevarían de vuelta a Dry Gulch; allí no tendría ninguna oportunidad. Si continuaba negándose a contraer matrimonio con Michelle, le colgarían antes de que el juez pisara el pueblo. Y prefería arder en el infierno antes de verse obligado a ser el padre del hijo bastardo de Michelle, si es que estaba embarazada de verdad. Soltó una maldición. Todas las mujeres eran unas brujas manipuladoras, y ______ era la más lista de todas. Ni siquiera le importaba recurrir al chantaje para obligarle a participar en su imprudente complot.
Por otro lado, Tom sabía que no se encontraba lo suficiente¬mente recuperado para escapar. Si se negaba, ________ amenazaba con recurrir a la ley. ¿Sería capaz de hacer tal cosa? Supuso que sí. Las mujeres desesperadas actuaban de manera desesperada. Su única esperanza era aguardar el momento oportuno y rezar para que sus hermanos encontraran al hombre que había seducido a Michelle, o bien convencer a la joven para que dijera la verdad. Eso sería lo único que le haría libre. —Dame una respuesta —le presionó _______.
Santo Dios, odiaba lo que estaba haciendo, pero estaba sometida a una tremenda presión. Siempre había querido casarse con un hombre al que amara, un hombre que la quisiera de la misma manera. Y era evidente que Tom Kaulitz prefería morir antes que casarse con ella.
La mirada de Tom se endureció y esbozó una tensa sonrisa. —Así que quieres casarte conmigo. A _______ no le gustó el tono de su voz. —Sólo durante un tiempo. Mientras busco la escritura perdida y obtengo pruebas que demuestren que Rivas es un mentiroso. —¿Así que quieres un matrimonio de conveniencia? —repitió Tom, bajando la mirada a sus pechos. A ______ se le aceleró el corazón. ¿Estaría dispuesto a ceder? —Por supuesto, no me casaría en otras condiciones.
Sin previo aviso, Tom le agarró del brazo y tiró de ella hacia abajo, haciendo que cayera sobre la cama, justo encima de él. El hombre ignoró el dolor.
—Dígame, señorita _______ Fuller, ¿qué haría si exigiera mis derechos maritales? _______ estudió las brillantes profundidades cafes de los ojos de Tom y de repente le costó respirar. —¡No serías capaz!
Él asintió con la cabeza bruscamente. —¿Por qué? Ni siquiera te gusto. En un deliberado intento de asustarla para que cambiara de idea, Tom dijo: —Me gustas lo suficiente. Eres una mujer, y una condenadamente atractiva, por cierto. _______ sintió que aquella ardiente mirada la quemaba.
—¡Deja que me levante!
Tom estudió atentamente las profundidades azul claro de los ojos de _______ antes de ponerle una mano en un pecho y apretarlo suavemente, frotándole el pezón entre el pulgar y el índice. Observó con satisfacción que ella abría los ojos como platos, sorprendida.
—¡No! —Esto es sólo una muestra de lo que haremos si me obligas a casarme contigo. —Pero...
Tom no fue capaz de resistir la tentación de aquellos labios húmedos y maduros, ligeramente entreabiertos. Cerró la otra mano sobre su pelo y la forzó a inclinar la cabeza hacia atrás; entonces la saboreó a placer. _______ tenía el aliento dulce y fresco, y él profundizó más el beso. La oyó gemir cuando le introdujo la lengua entre los dientes, no hubiera podido detenerse ahora aun¬que hubiese querido. Y no quería. Para su sorpresa, estaba disfrutando mucho de aquella lección a ______. ¡Era tan placentero!
Ella se resistió con ferocidad cuando la lengua de Tom tras¬pasó sus dientes y entró en su boca. Se puso rígida entre sus bra¬zos, intentando zafarse de él. Le oyó gemir de frustración. Cuando consiguió apartarse, la mirada que vio en sus ojos era tan carnal que se ruborizó. —¿Estás dispuesta a ser mi esposa de verdad? —le preguntó con brusquedad—. Porque si nos casamos, te aseguro que reclamaré mis derechos.
________ se levantó de la cama y retrocedió mientras le lanzaba una mirada furiosa. Tenía la cara ruborizada y el pecho agitado, subiendo y bajando con cada aliento que daba. Una definida sensación de irrealidad la invadió como si aquello no fuera más que una pesadilla. Pero no era estúpida, sabía de sobra que Tom estaba tratando de asustarla. Aunque no podía negar que había sentido mariposas en el estómago, el hecho de haber respondido al beso, aunque sólo fuera por un momento, la dejó anonadada. No vol¬vería a ocurrir.
Puso los brazos en jarras y le desafió con atrevimiento.
—Como vuelvas a hacer eso otra vez, iré a buscar a los vigilantes tan rápido que no te dará tiempo ni a decir tu nombre. Sé lo que intentas y no va a funcionar. No tienes alternativa, Kaulitz. Nos casaremos bajo mis condiciones o acabarás colgando de una soga.
—¡Ni hablar! Si quieres que me case contigo, será bajo mis propios términos. —Le dirigió una sonrisa relamida llena de insinua¬ciones sexuales—. No siempre estaré tan débil como ahora. —Olvídalo, Kaulitz. Aquí mando yo. —¡De eso nada, señora! —Tom se incorporó y se sentó en el borde de la cama, luego se levantó a duras penas—. Me largo de este infierno.
Atravesó el umbral de la puerta y anduvo unos cuantos pasos más antes de derrumbarse a unos metros de las escaleras. ______ tuvo que contenerse para no acercarse a ayudarle. Tenía que mantenerse firme en su postura si quería ser la vencedora en esa batalla de voluntades. De otra manera tendría que elegir entre perder el rancho o casarse con Mario Rivs. Lo mejor era casarse con Tom. Rivas no podría exigirle matrimonio si ya estaba unida a otro hombre, y Tom podría quedarse allí hasta que sus hermanos resolvieran los problemas y pudiera regresar a su casa.
—¿Estás preparado para avenirte a razones, Tom? —preguntó ______ con dulzura—. Todavía estás débil como un gatito. —Le ayudó a levantarse y a regresar al lecho—. Sé que quieres levantarte de la cama, pero todavía tienes que fortalecerte mucho más para poder subirte a un caballo. Después de que nos casemos, podrás irte cuando desees. Lo único que necesito es tu nombre. Con el tiempo, podrás solicitar la anulación.
Él le dirigió una sonrisa triste y resignada. —Parece que por ahora sí es cierto que tienes la sartén por el mango. Todas las mujeres sois iguales. Ya seáis guapas o feas, listas o tontas, siempre encontráis la manera de obtener lo que queréis. Y es el hombre quién paga el precio. —Me parece que odias demasiado al género femenino. Tom le brindó una sonrisa sensual.
—Oh, no lo odio... Al menos no lo odio para determinadas cosas, te lo aseguro. De hecho —dijo, alargando el brazo—, ahora mismo me siento muy atraído por uno de sus miembros. _______ se apartó de su alcance.
—Lo único que puedes hacer ahora es dormir. Buenas noches, Tom. Mañana a primera hora de la mañana enviaré a Manuel al pueblo para que traiga al reverendo. ¿De acuerdo? —Es cosa tuya, ________.
Sin embargo, a pesar de lo suave que sonaba, su voz era cortante como el acero. __________ rezó para no estar cometiendo un error. Un matrimonio nominal con Tom Kaulitz era sólo el menor de dos males.
—Qué descanses, Tom —dijo antes de salir.
—_______...
Ella se detuvo en la puerta.
—¿Crees que podrías ponerte un vestido para la boda? Y te agradecería que me consiguieras ropa decente y que no estuviera manchada de sangre.
Ella asintió con la cabeza y siguió su camino.
—__________ —volvió a llamarla—. Quiero que me devuelvas mis armas.
Aunque ella ya estaba fuera de su vista, la oyó responder clara¬mente.
—No.
«Malditas mujeres. Son todas unas manipuladoras», gruñó Tom.
_______ Fuller no había hecho nada para que él dejara de descon¬fiar de ellas. Le había salvado la vida sólo para aprovecharse de la situación y exigir su libertad como pago. Pensó que hubiera sido mejor que no le salvara la vida, pero acto seguido cambió de idea. No quería morir, aunque tampoco quería casarse. Además, también él despreciaba a Mario Rivas. Y no tenía ningún sitio al que ir de momento. Estaba claro que no podía regresar a Dry Gulch. Sabía que estaba en desventaja y no le gustaba nada. Pero aún tenía que recuperarse para poder marcharse del Circle F, y sería incapaz de probar su inocencia si lo hacía. Sólo sería posible si Michelle decía la verdad, y rezó para que sus hermanos lograran convencerla de que lo hiciera. Maldición, ojalá tuviera sus armas consigo.

2 comentarios:

  1. Awww Tom quiere sus derechos maritales...
    Me encantaa la fic..
    Siguela prontoo. Bye cuidate XD

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  2. me encanta por favor que sube pronto no demores tanto cuidate...

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