jueves, 4 de octubre de 2012

"CAPITULO 43"


Se dirigió directamente a la habitación que estaba usando Rivas. La cama estaba deshecha y había un traje arrugado en el suelo. Rebuscó con rapidez en los bolsillos, pero no encontró lo que estaba buscando. Luego se acercó al tocador, observando que el banquero ya se había instalado; los armarios contenían su ropa y efectos personales. Debía de haberlos colocado el día anterior mientras ella seguía bajo los efectos del láudano. Registró los ca­jones uno por uno, minuciosamente, sin encontrar nada.

«¿Dónde puede estar?», se preguntó_________, cada vez más inquieta. Sin duda alguna no podía haberse llevado consigo el frasco de láu­dano, ¿verdad? De ser así, sus planes se verían frustrados. Se acercó al armario, abrió la puerta y vio una pulcra hilera de trajes colgados y los zapatos y las botas ordenados en la parte inferior.

No encontró nada en ningún bolsillo y comenzó a sentirse desesperada. ¿Habría escondido el láudano en el piso de abajo? ¿Quizá en alguna de las alacenas? Descartó la idea de inmediato. Rivas era demasiado retorcido y jamás lo dejaría en un lugar donde ella pudiera encontrarlo con facilidad. Entonces su mirada recayó sobre el calzado. Cogió los zapatos de uno en uno y les dio la vuelta. Nada. Cuando realizó la misma acción en la primera bota, obtuvo el premio que estaba buscando. Casi gritó de júbilo. El frasco de láudano estaba oculto en el interior. Lo sostuvo a contraluz y observó con satisfacción que todavía contenía la mitad del líquido. Había poción de sobra para tumbar a siete hombres y que no despertaran en toda la noche.

«Tom debe de estar a punto de llegar a Rolling Prairie, cabal­gando directo a la emboscada que le han preparado los hombres de Rivas», pensó mientras se guardaba el frasco en el bolsi­llo. Sabía que ella no era capaz de detenerles sin ayuda, aunque es­taba dispuesta a intentarlo. Sin embargo, tenía que ser práctica y actuar con prudencia; lo más importante era proteger a su hijo.

Recordó que hacía poco tiempo, en un viaje al pueblo, había oído decir que el gobernador Edgerton había designado un marshal federal para el pueblo de Roundup, que quedaba a unos treinta ki­lómetros al este de Rolling Prairie. Su labor era controlar a los vi­gilantes de Montana, que campaban a sus anchas en el territorio. __________ pensó que podría llegar a Roundup en menos de tres horas y que, si lo lograba, lo único que tendría que hacer sería convencer al recién nombrado marshal para que acudiera en ayuda de Tom.

Regresó a la cocina sólo unos minutos antes que Tubbs. El hombre puso la carne sobre la encimera y se sentó a observarla.

—Necesitaré leña para el fuego —dijo ________, sacando una ca­zuela enorme de una de las alacenas—. Mientras corto la carne, tráigame leña y encienda el fogón.

—Tengo una idea mejor —dijo Tubbs con una mirada rece­losa—. Yo me ocuparé de cortar la carne y usted irá a buscar la leña y encenderá el fuego. No me fío de usted mientras tenga un cuchillo en la mano.

—De acuerdo —dijo __________ complaciente, dirigiéndose a la le­ñera y cogiendo varios leños. Tubbs manejó el cuchillo con habi­lidad mientras _______ preparaba el fuego en el fogón.

Cuando estuvo todo listo, el secuaz de Rivas se sentó a observar cómo _________ doraba la carne. Entre tanto, los pensamien­tos de la joven se sucedían a una velocidad vertiginosa. Sabía que no podría vaciar el frasquito de láudano en la cazuela mientras Tubbs estuviera mirándola.

—Necesito las patatas, zanahorias, nabos y cebollas que están almacenados en el sótano. ¿Bajo yo o lo hace usted? Y agua, tam­bién necesito agua.

—Yo iré. Usted quédese aquí y siga dorando la carne. —Se dio la vuelta refunfuñando por lo bajo—. Mi tarea no es hacer de pin­che de cocina.

En el momento en que salió, ________ sacó el láudano del bolsillo, destapó el frasco y vertió el contenido en la cazuela. Después es­condió el frasquito vacío en el fondo de la leñera.

Tubbs regresó enseguida con los ingredientes que le había pe­dido.

—Espero que esto sea todo.
—Sí, gracias.

_______ peló las verduras, las dejó caer en la olla y removió el con­tenido sobre el fuego. Luego rebuscó entre los condimentos, es­perando encontrar alguna especia lo suficientemente fuerte como para disimular el sabor amargo del láudano. Espolvoreó con sal y pimienta... mucha pimienta, y agregó canela en rama y otros con­dimentos que tenía a mano.

—Ya está —dijo, colocando la tapadera—. Tardará varias horas en cocinarse y que se mezclen bien los sabores. Mientras haré un pastel y la masa para los panecillos.

A las seis, en la cocina flotaba el fragante aroma del apetitoso estofado.

—Huele muy bien —dijo Tubbs a regañadientes—. Los pane­cillos parecen esponjosos y tiernos.

—Le sorprenderá lo bueno que está todo —dijo _________ con se­guridad—. Puede llevarlo luego al barracón, yo me quedaré con una ración. Le ha dicho al cocinero que no prepare la cena, ¿ver­dad?

—Sí, ya le avisé. Y también a los vaqueros. Es probable que se encuentren ya en el barracón esperando la cena. Hay un hombre de guardia que comerá más tarde, no puede abandonar su puesto.

—Me aseguraré de reservar un poco para él. Se lo puede llevar usted mismo.

Los hombres estaban, en efecto, esperando la comida. ________ les observó con detenimiento y supo que Rivas había des­tinado allí a los individuos más brutos y maleducados que encontró. Pero ella jamás se había encontrado con un hombre que no apreciara un buen guiso. Esperaba que el estofado supiera tan bien como olía. Aguantando sin inmutarse las miradas lascivas de los vaqueros, _________ les sirvió y colocó los panecillos sobre la mesa. Incluso había preparado café, que vertió en abundancia. Luego retrocedió y esperó a que devoraran la cena.


Y eso hicieron. Todos y cada uno de ellos limpiaron el plato y repitieron. ________ envió también una ración al hombre que hacía la guardia, y Tubbs trajo de vuelta el plato vacío. En cuanto quedaron satisfechos, regresó a la casa con la cazuela seguida de su guardián.

—Ahora me voy a la cama, señor Tubbs. Espero que disfruta­ran de la cena.

Tubbs se limitó a soltar un gruñido.

—Recuerde que me quedaré aquí, vigilándola, así que no in­tente nada raro.

—No es necesario que se preocupe, señor Tubbs, estoy dema­siado cansada para pensar en otra cosa que no sea meterme en la cama. Buenas noches.

________ se paseó por su dormitorio de un lado para otro, llena de ansiedad, preguntándose cuánto tiempo tardaría el láudano en hacer efecto. En ella había sido muy rápido, y ahora había utilizado poción suficiente para dormir a un batallón.

Dieron las siete y luego las ocho. Dos horas ya. Segura de que había transcurrido tiempo más que suficiente, __________ abrió la puerta de la habitación y asomó la cabeza. No vio ni oyó nada. Se deslizó escaleras abajo y miró con atención en la cocina. Tubbs tenía los brazos doblados sobre la mesa y la cabeza apoyada sobre ellos, parecía dormir como un tronco. Pasó junto a él y se dirigió a la puerta trasera.

Nadie la detuvo mientras corría hacia el establo. Si Dios estaba de su parte, los hombres estarían profundamente dormidos en sus camas. No encendió ninguna lámpara, había ensillado su caballo tantas veces que podía hacerlo con los ojos cerrados. Cuando ter­minó la tarea, condujo al animal al patio a través del portón. Sonrió para sí misma cuando vio al guarda apoyado en la cerca, profundamente dormido. En cuanto atravesó la entrada del ran­cho, se subió al caballo y tomó la dirección a Roundup. Con un poco de suerte, no descubrirían su ausencia hasta la mañana siguiente.

Cabalgó a buen ritmo durante todo el camino, iluminada por la luz de la luna, aunque fue prudente porque no quería cansar a su montura ni caerse. No se encontró con nadie en el trayecto.

Era cerca de medianoche cuando ________ entraba en la calle prin­cipal de Roundup en busca de la oficina del marshal. Vio una única luz a través de la ventana antes de bajarse del caballo. Estaba tan cansada que apenas era capaz de colocar un pie delante del otro cuando abrió la puerta y entró.

El ayudante del marshal pegó un brinco en la silla y buscó el arma cuando ella se tambaleó dentro de la estancia.

—Necesito ver al marshal —dijo la joven entre jadeos.

Sorprendido al ver a una mujer, enfundó el revólver y se acercó para sostenerla al darse cuenta de que estaba desfallecida.

—Siéntese, señora. Parece a punto de caerse. ¿Qué la trae por aquí a estas horas de la noche?

—No se preocupe por mí, la vida de un hombre corre peligro. ¿Es usted el marshal?

—No, señora, sólo soy su ayudante. Él no estará de servicio hasta mañana.

—Tengo que verle. Es una cuestión de vida o muerte.

—Tranquilícese, señora. Estoy seguro de que lo que le preo­cupa puede esperar hasta mañana.

—No, no lo entiende. No puedo esperar. Vaya a buscarle, por favor.

El ayudante Garwood notó la desesperación de la mujer y se sintió desgarrado. El marshal Kinder era la única ley en esa parte del territorio y siempre estaba muy ocupado, en especial con las partidas de vigilantes. Necesitaba sus horas de descanso. Por otra parte, si era cierto que la vida de un hombre corría peligro, al jefe, sin duda, le gustaría saberlo.

—De acuerdo, iré a buscarle. Puede que tarde un rato, así que intente tranquilizarse mientras tanto. Parece a punto de desma­yarse.

—Por favor, dese prisa —le urgió ________.
La joven debió quedarse dormida, pues se despertó sobresal­tada al oír voces.

—Espero que sea importante, ayudante.
—La mujer parece desesperada, jefe.

—Es que estoy desesperada —dijo ________, poniéndose en pie con dificultad—. Soy la señora Kaulitz y la vida de mi marido corre peligro.

El marshal suspiró profundamente.

—De acuerdo. Ya que estoy aquí, puede contarme de qué se trata.

—Mi marido va a ser asesinado —comenzó __________—. El ban­quero de Rolling Prairie, Mario Rivas, envió a unos hom­bres para tenderle una emboscada y matarle.

—¿Está usted segura? —dijo en tono escéptico—. Quizá sea mejor que me lo explique todo desde el principio.



CHICAS.... capi nuevo.. espero les guste... les informo que los capis que vendran mas adelantes... van a ser tal vez mas cortos... ya que falta tan poco para que esta Ficc termine     =(... y todavia no quiero jejeje.. por eso los capi seran cortitos...

Pero Todavia falta un poquitin eso es lo bueno....
Y cuando esta ficc termine seguire con otra... asi que espero que en la otra igual me sigan...

Cuidence..

Las Quiero
BYE =D

2 comentarios:

  1. Awww me desesperooo!!
    Ayudenla ya de una vez... Wauu me dara penitaa cuando terminee...
    Yo sii seguire leendoo XD
    Sera una fic adaptada o tuya? Siguelaaaa ..
    Bye ;-)

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  2. NOOOOOO!! como te atreves a terminarla, tan buena que esta u.u bueno pero es verdad, todo lo que empieza tiene que terminar, en la mia ya solo faltan 4 capitulos para que termine pero tengo las otras dos asi que seguire con ellas sale cuidate y que este bien chau

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