lunes, 1 de octubre de 2012

"CAPITULO 41"

______ abrió los ojos y sonrió somnolienta. Los rayos de sol inun­daban la habitación, revelando un desaliño que no había notado antes. Pero para ella aquél era el lugar más hermoso del mundo. Tom la había encontrado allí, era dónde habían hecho el amor y le había dicho que la amaba; las palabras más dulces que hubiera oído nunca.

—He estado esperando que te despertaras —dijo Tom, arran­cándole la manta de encima—. Quiero hacer el amor contigo a la luz del día. Quiero verte por completo. Quiero observar tu rostro mientras te doy placer...

—¿Tenemos tiempo para eso? No deberíamos...

—Claro que tenemos tiempo. —Sus ojos se oscurecieron de deseo cuando clavó la mirada en sus pechos.

—Tengo que decirte algo.
—Puede esperar.

Con un movimiento fluido hizo que ella se sentara a horcaja­das encima de su abdomen y le acarició las caderas. Tom ya es­taba duro e hinchado. La besó mientras introducía la mano entre sus cuerpos y la tocaba, explorando la apretada funda femenina con los dedos. Estaba mojada y ardiente, tan preparada como él.

—Me deseas tanto como yo a ti. Tengo la prueba en la yema de los dedos.

_________ se sonrojó pero no lo pudo negar. Desear a Tom era tan elemental para ella como respirar.

—Tómame, cariño. Acéptame en tu interior.

Ella cogió la erección y la puso en su entrada, dejándose caer hacia delante, jadeando cuando él la llenó lentamente. Tom le colocó las manos sobre las caderas, introduciéndose en ella por completo y conduciéndoles a ambos al paraíso.

Luego se precipitaron uno en los brazos del otro, deleitándose en su amor. _________ sonrió para sí, imaginando la reacción de Tom cuando supiera que estaba embarazada. No le preocupaba si acep­taría o no al bebé; la amaba, por tanto amaría a ese niño que ha­bían creado juntos. Estaba a punto de decírselo, pero las palabras jamás llegaron a abandonar sus labios. La puerta se abrió de re­pente y Mario Rivas entró en la habitación acompañado por el sheriff y dos alguaciles.

Tom se puso en pie de inmediato y cubrió a ________ con la manta.

—¿Qué demonios significa esto? —rugió Tom. Lanzó una mirada a su pistolera que estaba en el suelo, al lado de la cama, y soltó un juramento. Le habían atrapado desnudo y desarmado, in­capaz de proteger a su esposa. Y eso le hacía sentirse vulnerable como un bebé recién nacido.

—Estás acostado con mi mujer, Kaulitz —dijo Rivas rechinando los dientes. Miró al sheriff—. Cumpla con su deber, sheriff Wilkins, arreste a este hombre. Debe haber una ley que aplicar al que le roba la esposa a otro hombre.

—Puedo meterlo en la cárcel —dijo Wilkins—, pero si la mujer accedió, no podré retenerle.

—Pues claro que mi esposa no accedió —dijo Rivas de malos modos—. La secuestró de nuestra habitación.

Wilkins lanzó a ___________ una mirada inquisitiva. No parecía dema­siado contenta por haber sido interrumpida.

—¿Qué dice de eso, señora? ¿Está siendo retenida contra su voluntad?

La pregunta sacó a __________ de su estupor.

—No, sheriff, estoy aquí voluntariamente. Tom Kaulitz es mi marido legal.

—¡No mientas! —resolló Rivas lleno de furia—. Kaulitz y mi mujer se divorciaron antes de que yo me casara con ella. Mi mujer padece alucinaciones.

—Eso no es cierto —dijo Tom—. Jamás me he divorciado de _________. Ahora, salgan inmediatamente de aquí.

—Arreste a este hombre, sheriff Wilkins —ordenó Rivas—. Es evidente que miente. Tengo una licencia matrimo­nial que respalda mi reclamación y, sin embargo, no hay ninguna prueba que confirme las palabras de Kaulitz. Por otra parte mi reputación no tiene mácula, en tanto que él fue perseguido por los vigilantes después de que le diera una paliza a una mujer en Dry Gulch, Montana.

El sheriff pareció estar confundido.

—¿Son ciertas las palabras del señor Rivas, señor Kaulitz?

—Esos cargos eran falsos y él lo sabe —dijo Tom—. Mi nombre está limpio.

Rivas esbozó una sonrisa ladina.

—Eso es lo que él dice. —Sacó un documento del bolsillo y se lo ofreció al sheriff—. Aquí está mi licencia matrimonial, la prueba de que estoy casado con esta mujer.

—Estos documentos parecen legales —dijo Wilkins, devol­viéndoselos al banquero—. ¿Tiene a mano su licencia matrimo­nial, señor Kaulitz?

—La gente no suele llevar encima su licencia matrimonial —se justificó Tom.

—El señor Rivas lo hace —dijo el sheriff—. Hasta que me entere de qué es cierto y qué no, será mejor que venga con­migo, señor Kaulitz. Y usted, señora Rivas, debería regresar con su marido. Vístase. —Se acercó a la ropa que Tom había de­jado en el suelo la noche anterior y cogió la pistolera—. Esto no va a necesitarlo.

—Está cometiendo un error garrafal, sheriff —dijo Tom, co­giendo su ropa.

—Ya lo veremos. Puede esperar pacientemente en la cárcel mientras envío unos telegramas y reviso los carteles de «SE BUSCA».

—Los Kaulitz son muy conocidos en Montana. Mis hermanos y yo somos propietarios de uno de los ranchos más grandes del estado —dijo Tom mientras se vestía.

—No miente, sheriff —añadió ________, cada vez más frenética. «¿Cómo puede estar ocurriendo esto?»—. No estamos divorcia­dos. Mi matrimonio con Mario Rivas no es legal.

—No le haga caso —dijo Rivas—. Mi mujer se encuen­tra confusa. Es una condición que se manifiesta cada vez más. Los médicos me han sugerido que la ingrese en un sanatorio, pero no soportaría separarme de ella. —Le dirigió a ________ una sonrisa afec­tuosa.

Tom, ya vestido, se lanzó sobre Rivas.

—¡Eres un bastardo mentiroso! Vas a pagar por todo lo que le has hecho a _______.

Fue necesario que lo contuvieran los dos alguaciles y que lo arrastraran fuera de la estancia. Sus últimas palabras antes de desaparecer fueron para dar ánimos a _________.

—¡No te preocupes, cariño, no permitiré que Rivas se salga con la suya!

_________ quiso correr tras él e intentar convencer al sheriff de que decían la verdad, pero estaba totalmente desnuda debajo de la manta.

—Vístete. Saldremos de Butte de inmediato —dijo Rivas—. Ya me has humillado suficiente para toda la vida.

—No pienso vestirme delante de ti.
Él le dirigió una mirada de lujuria.

—Me encantaría unirme a ti, pero preferiría no acostarme contigo en la misma cama en la que has retozado con él, aunque como no te muevas rápido, haré lo que deseo desde hace tanto tiempo.

_________ le lanzó una mirada llena de veneno, pero hizo lo que le decía. No quería que la tocara. Sosteniendo la manta sobre sus pe­chos desnudos, recogió la muda de la silla y se la pasó por la ca­beza. Entonces se sintió menos vulnerable y pudo ignorar la lujuriosa mirada de Rivas, que la siguió a través de la estan­cia. Cogió el vestido y se lo puso bruscamente mientras contenía la cólera, dándole la bienvenida al peso del arma que tenía en el bolsillo. Le daba valor y una temeraria confianza en sí misma.

—No pienso ir a ningún sitio contigo —dijo ________ sostenién­dole la mirada—. No me das miedo. No estoy casada contigo, jamás lo he estado.

—No pienso regresar solo a Rolling Prairie y convertirme en el hazmerreír del pueblo. Oh, no, de eso nada. Mi esposa vendrá conmigo.

_______ se rió en su cara.

—Tom no estará en la cárcel mucho tiempo. Eres estúpido si piensas que no va a seguirnos.

Rivas cerró los dedos en torno al brazo de la joven, ha­ciéndole daño mientras la arrastraba hacia la puerta.

—Estaremos de regreso en Rolling Prairie antes de que el she­riff suelte a tu amante. Ya he hecho los arreglos para coger la di­ligencia de la tarde. Ya sé que le podrán en libertad, pero te aseguro que jamás llegará al pueblo vivo. Mucho me temo que tendrá un desgraciado accidente en el camino. Mis hombres no volverán a fa­llar.

—No conseguirás que vaya contigo —dijo _________, sacando el arma del bolsillo y apuntándole al vientre.

—¿Me estás amenazando? —inquirió él en tono colérico.

—En efecto. Manuel se encuentra fuera de tu alcance, recupe­rándose en el rancho aulitz. Ya no tienes manera de intimi­darme.

Los ojos de Rivas brillaron peligrosamente, algo que de­bería haberle puesto en guardia.

—Date la vuelta, Rivas. Cruza la puerta y no te detengas.

Aunque hizo ademán de acceder y llegó a poner la mano en el picaporte, en lugar de girarlo se dio la vuelta con rapidez, con el brazo en alto, alcanzando a la joven en la cara y haciéndola caer. Demasiado sorprendida para moverse, se quedó a los pies de Rivas, que se inclinó con toda la calma del mundo y le arrebató el revólver.

—¿Qué me estabas diciendo, querida? —Tenía una expresión dura y una mirada helada que la dejaron paralizada—. Levántate. Ahora, saldremos de aquí los dos juntos y nos dirigiremos a la di­ligencia. Antes de salir del hotel, di órdenes de que llevaran el equi­paje a la estación.

—¿Cómo supiste que estaba con Tom? —preguntó _________ con voz temblorosa. Le ardía la parte izquierda de la cara y tenía los labios entumecidos por el golpe.

—Cuando no te encontré en la habitación, pregunté al recepcionista y me dijo que un hombre que respondía a la descripción de Kaulitz había estado indagando sobre nosotros. Sumé dos más dos.

_________ pensó que sería mejor no mencionar que había sido Bill el que preguntó por ellos y no Tom.

—¿Cómo me has encontrado?
Él soltó una carcajada.

—Fácil. Fui a la oficina del sheriff y le conté toda la historia. Uno de sus alguaciles acababa de ver, mientras hacía la ronda, en­trar en el hotel Cow Town a una pareja cuya descripción se ajustaba a la vuestra. Le comenté al sheriff Wilkins que Kaulitz es un hombre peligroso, así que me acompañó con sus hombres. El recepcionista nos confirmó que se había registrado ayer y nos dio la llave maestra.

»No fue plato de mi gusto hacer que mi mujer quedara como una fulana delante de todo el mundo, pero no tuve otra alternativa —continuó—. Por fortuna nadie en Rolling Prairie se enterará de nada de esto. Aunque de todas maneras, no volverás a pisar el pue­blo.

—Mantenerme cautiva no solucionará nada. Si le haces algo a Tom, sus hermanos te buscarán. Saben por qué ha venido a Butte.

—Sin cuerpo que pruebe los hechos, no podrán hacer nada. —Apretó el arma contra las costillas de _______ por debajo de la capa—. Abre la puerta y baja las escaleras muy despacio. No intentes nada. Ya he convencido al sheriff de que estás mal de la cabeza, así que si me obligas, le diré que intentaste matarme y que te disparé en defensa propia. Entonces tu rancho será mío. Será mejor que no me causes problemas.

La empujó al pasillo, le cogió el brazo con una mano mientras le apretaba el cañón del revolver contra las costillas con la otra.

Salvo por el recepcionista, el vestíbulo estaba vacío y atravesaron la puerta principal sin problemas. La arrastró calle abajo, mi­rando el reloj mientras cruzaba la vía, camino de la estación de diligencias. Llegaron justo cuando se estaban subiendo los pa­sajeros.

—Soy Mario Rivas. ¿Ha llegado ya nuestro equipaje? —le preguntó al encargado.

—Justo lo están cargando ahora, señor. Su mujer y usted pue­den subir y ponerse cómodos. La diligencia saldrá dentro de quince minutos.

—Necesito comprar algo antes de partir, ¿me dará tiempo?

—Tiene tiempo de sobra.

—Acompáñame, __________- —dijo mientras presionaba el revólver contra su costado, obligándola a ir con él. Se preguntó qué pasaría si salía corriendo. Sin duda alguna Rivas no sería capaz de dispararle delante de toda esa gente, ¿verdad?

—Ni se te ocurra —le susurró él al oído mientras tiraba de ella hacia la tienda—. Soy capaz de todo.

—¿A qué vamos a la tienda? —preguntó __________.

—Ahora lo verás —dijo él enigmáticamente—. No tengo in­tención de pasarme cuatro días pendiente de ti. Voy a comprar algo que hará que me resulte más fácil controlarte.

__________ no imaginó a qué se refería hasta que le oyó pedir al de­pendiente un frasco de láudano.

—¡No serás capaz! —farfulló mientras él pagaba al depen­diente, que les miraba con curiosidad.

—Desde luego que sí —dijo Rivas con una sonrisa rapaz, metiéndose la pócima en el bolsillo.

—¡No! —gimió _________, realmente asustada. ¿Qué efecto tendría el láudano en el bebé?

—Vamos, querida —dijo Rivas para que lo oyera el de­pendiente—. Ya sabes lo mucho que te altera viajar. La cabeza no deja de darte vueltas y acabas poniéndote enferma. Mi mujer pa­dece de vértigos —le dijo al hombre confidencialmente.

Sin más dilación, Rivas empujó a _________ a la calle. Antes de que ella supiera lo que ocurría, la obligó a meterse en un calle­jón entre la tienda y la estación de diligencias y la apretó contra la fachada de ladrillo con el peso de su cuerpo. Abrió el frasco de láudano y sujetándole la cara entre los dedos, intentó forzarle a abrir la boca para ingerir el brebaje. No la soltó hasta que lo con­siguió.

Ella intentó zafarse de Rivas con todas sus fuerzas, pero él era más fuerte y no pudo liberarse. Le tapó la nariz hasta que la hizo tragar toda la dosis. Ante el amargor del líquido, ___________ respiró hondo; intentó vomitar pero no lo consiguió. Se le humedecieron los ojos y se le quedó la boca seca. Todo le dio vueltas y notó que se le debilitaban las piernas.

Rivas la alzó en brazos y salió del callejón, observando que la diligencia estaba a punto de partir.

—Lamento el retraso —dijo al conductor—, pero mi mujer se ha sentido indispuesta, uno de sus vértigos —se disculpó ante los otros pasajeros—. Le ocurre con frecuencia. Es una criatura débil y su mente es muy sensible. Sin embargo, no soporto verme se­parado de ella, así que prefiero que me acompañe a todas partes, mi presencia parece tranquilizarla.

—Será un viaje muy duro hasta Montana, señor. ¿Será capaz de resistirlo su esposa?

—Oh, sí. El médico le recetó láudano para situaciones como ésta. Es probable que duerma durante la mayor parte del trayecto y le agradecería mucho que, si no le importa, me permita perma­necer junto a mi mujer durante la noche. Podría ponerse histérica si se despierta y sólo encuentra desconocidos.

—¿Está seguro de que puede viajar? —preguntó el conductor con preocupación.

—Absolutamente. No tema, no molestaremos a nadie. Será mejor que subamos a la diligencia, observo que estamos a punto de salir.


CHICAS... que bueno que les haya gustado el One Shot... y si me viene algo al cerebro jajaja puede que este la posibilidad de hacer otra historia.. y tal vez ahora con un final Feliz.. quien sabe??..

Y a qui les subo capi.. sorry si lo subo mas tarde.. pero la verdad es que estando en el trabajo se me habia olvidado.. que bueno que me acorde jajaja xd... y Ese Rivas.... la va a pagar.. maldito.....
Mañana la sigo..Cuidence..

Las Quiero
BYE =D

3 comentarios:

  1. Noooo xqqq?? Malditoo Riva .. Y encima Tom en la carcel.. Dioss!? Q corajee.. Afectara al bb ..me dejas con mucha intrigaa
    Siiguelaaa esta muy interesanteee..
    Bye XD

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  2. maldito rivas!!!! lo odio con toda mi alma es un desgraciado infeliz!!! como se atreve!? siguela pronto quiero que Tom rescate a tn y se entere del bebé, espero que no les pase nada... bueno a rivas si xD

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  3. AAAHHHH QUE FRUSTRACION SIENTO EN VERDAD, DESGRACIADO DE RIVAS, LO QUIERO TENER EN FRENTE DE MI PARA PARTIRLE SU MA... xD HEHEHHE BUENO CUIDATE Y ESTA HERMOSO EL CAPITULO, Y AHI DE EL SI LE PONE LA MANO ENCIMA A TOM PORQUE AHORA SUI LO MATO COMO DE QUE NO ¬¬ CUUIDATE Y TE COMENTE EL ONE-SHOT, ESTA GENIAL CHAU

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